Victorina Durán, escenógrafa

Victorina Durán Cebrián (Madrid, 12 de noviembre de 1899-10 de diciembre de 1993) fue la primera española catedrática de Indumentaria y Escenografía del Conservatorio Nacional, pintora, escenógrafa, diseñadora de vestuario y directora teatral. Ocupó espacios hasta entonces reservados a los hombres, contribuyó a modernizar la escenografía teatral hispana.

Hija de Genoveva Cebrián Fernández, bailarina del cuerpo de baile del Teatro Real, emparentada con la bailarina Antonia Mercé, la Argentina, y de José Durán Lerchundi, coronel de Artillería, monárquico y bohemio, interesado por el baile y la ópera, abonado del Teatro Real, la niña parecía abocada al mundo del espectáculo.Por decisión paterna, a los nueve años entró en el Conservatorio Nacional de Música -que no le gustaba- y Declamación -su favorita, donde fue compañera de Isabel Garcés, luego actriz famosa-. Ella quería ser actriz, pero ante la oposición paterna, se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Simultáneamente, seguía estudios en el Museo Nacional de Artes Industriales, especializándose en la técnica del batik y del repujado y participando en algunas exposiciones.

Ya por entonces se movía en el ámbito cultural vanguardista del que también formaban parte jóvenes que pronto se convertirían en grandes figuras de la cultura y del diseño, como Rosa Chacel, Salvador Dalí o Maruja Mallo, Rafael Domenech, Francisco Pérez-Dolz o Luis Fernandez. Al tiempo, impartía clases de Dibujo en la Escuela Normal de Maestras.En 1925 obtuvo una beca de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones científicas para estudiar en París, donde participó en la Exposición Internacional de Artes Decorativas, obteniendo una medalla de plata. De vuelta en Madrid, en 1926 siguió dando clases como profesora especial de la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer y en el curso de 1932 como profesora de la Residencia de Señoritas, dirigida por María de Maeztu. En 1929 ganó la cátedra de Indumentaria del Conservatorio Nacional de Música y Declamación, era la primera mujer española en llegar a ese puesto.

Colaboró con el Teatro Escuela del Arte de Cipriano Rivas Cherif, una de las principales compañías teatrales de vanguardia de aquellos años. En 1935 diseñó los figurines de la adaptación de Fuenteovejuna que Rivas hizo para la compañía Xirgu-Borrás, supervisados por García Lorca. También diseño el vestuario de la obra Otra vez el diablo de Alejandro Casona, representada también por Margarita Xirgu, con quien le unió una buena amistad. El 24 de abril de 1936 se estrenaba en el Teatro Español de Madrid Romance de Lola Montes de Luis Fernández Ardavín, el último espectáculo en el que participó antes de la guerra civil.

Fue miembro de la comisión organizadora de la Exposición Hispano Americana de Sevilla; en la República fue también miembro del Patronato y de la Comisión del Museo del Traje Regional e Histórico y del Museo Pueblo Español. Aunando su espíritu artístico y su vocación docente impartió conferencias y escribió artículos donde exponía sus propuestas de modernización de la escenografía y el vestuario del teatro español.

Fueron sus años gloriosos, era una docente acreditada, una artista premiada, una mujer moderna y libre, una feminista que no ocultaba su condición de lesbiana. Creó el Círculo Sáfico de Madrid, tertulias itinerantes donde las mujeres podían expresar libremente sus sentimientos, del que formaban parte, entre otras, Elena Fortún, Matilde Ras o Rosa Chacel, que dejarían testimonio de ello en algunas de sus publicaciones. Fundadora del Lyceum Club Femenino con María de Maeztu, Zenobia Camprubí, Isabel Oyarzábal o Victoria Kent, entre otras figuras femeninas. Como sostiene Pepa Merlo en su introducción a Peces en la tierra. Antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27, “quizás no se haya dado en la historia de este país un momento tan interesante, participativo y ventajoso para la mujer, como el que comenzó a finales del siglo XIX y que resultaría segado, más tarde, por la guerra civil, teniendo su punto álgido en los años de la II República”.

Porque, efectivamente, el levantamiento militar de 1936 y la guerra civil que le siguió frenaron no solo la carrera de Victorina Durán sino el progreso educativo, cultural y social de un país que empezaba a conquistar un futuro que ya era presente en otras naciones de su entorno. Durán obtuvo una autorización de Josep Renau, director general de Bellas Artes para viajar a Argentina. A bordo del barco Lipari, acompañada de su entonces pareja María del Carmen Vernacci, llegó a Buenos Aires en el verano de 1937. La relación Durán-Vermacci concluyó en 1941 cuando María del Carmen se comprometió con el empresario Natalio Botana, propietario del diario El Sol. En Buenos Aires Victorina se encontró a Elena Fortún, que acompañaba a su marido.

Dieciséis años permaneció en el exilio argentino, donde trabajó como escenógrafa, figurinista y directora artística en los teatros Colón y Cervantes. También colaboró con las compañías españolas que se habían refugiado en Argentina por causa de la guerra. En 1939 había diseñado el vestuario de Madame Capet para el Teatro Odeón de Montevideo. Con la escritora argentina Susana de Aquino creó el grupo Los Almirantes, para la producción artística y literaria de vanguardia, y la agrupación cultural La Cuarta Carabela, dedicada a la promoción del arte español e hispanoamericano. También creó la Sociedad de Amigos del Arte Oriental, origen del Museo Nacional de Arte Oriental de Buenos Aires.

No abandonó su vocación docente, en 1938 impartió un ciclo de conferencias en el Instituto de Estudios para Teatro, que años después continuaron en el Museo de Arte Hispanoamericano, para el que en 1952 sería contratada como responsable de relaciones culturales. Escribió colaboraciones en la prensa argentina, ilustró obras de otras autoras y expuso obras suyas en exposiciones colectivas e individuales.

A partir de 1949 visitó España con alguna frecuencia, en 1960 invitada por el Instituto de Cultura Hispánica. En 1963 regresó para quedarse y comenzó a trabajar en el Teatro Español de Madrid. Fue ayudante de vestuario de Salvador Dalí en la reposición del Don Juan Tenorio de Luis Escobar de 1964. Al año siguiente realizó el vestuario de El alcalde de Zalamea, dirigido por Huberto Pérez de Ossa. Se le encomendó la conservación y adaptación del vestuario en el Teatro Español. Colaboró igualmente con Nati Mistral en algunas escenografías y vestuarios para espectáculos en el Teatro Eslava.

Empero, como le ocurrió a la mayoría de exiliadas, su tiempo en España había pasado. En 1967 consiguió una pensión de jubilación que escasamente le permitía subsistir. Residió primero en Peñíscola y luego en Madrid. En ese tiempo escribió tres libros. En Sucedió y Así es relata sus amores y amistades; en El Rastro habla de sus recuerdos en el mercado madrileño. Estas obras han sido estudiadas por Eva María Moreno Lago, licenciada en Escenografía por la Escuela Superior de Arte Dramático, en su tesis doctoral “Transitar en dos mundos: inventario teatral de Victorina Durán”, presentada en 2018 en la Universidad de Sevilla. Moreno Lago, premio extraordinario fin de carrera, subraya que la labor de Victorina Durán “fue esencial en la renovación plástica teatral, en la que desarrolló su potencia dramatúrgico en todos los aspectos visuales del espectáculo”.

Murió a los 93 años, en el más absoluto de los olvidos. Sus herederos donaron parte de su colección al Museo Nacional del Teatro en Almagro.

Fuente: Ministerio de Cultura. Pares. Mecu. Durán Cebrián, Victorina

Moreno Lago, Eva María. Transitar en dos mundos: inventario teatral de Victorina Durán

Real Academia de la Historia. Victorina Durán

Fotos: RAH. MargaritaXirgu.es

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