Remedios Varo, pintora de la Generación del 27

Remedios Varo Uranga (Anglés, Gerona, 16 de diciembre de 1908-México D.F. 8 de octubre de 1963) fue una pintora surrealista de la generación del 27. Tuvo una vida azarosa, marchó al exilio desde Francia, huyendo de los nazis. En México conocería el reconocimiento a su arte.

Había venido al mundo en una familia burguesa e itinerante debido a la profesión del padre, Rodrigo Varo, librepensador, ingeniero industrial. La madre, mujer creyente, había visto morir ya a una hija, por lo que impuso a la niña el nombre de Remedios, poniéndola de este modo bajo la protección de la Virgen de esa apelación. Remedios, de salud endeble, sintió toda su vida cierto extrañamiento familiar. La familia se completaría con dos hijos más: Rodrigo y Luis.

Remedios Varo en su estudio con a su gato. 1957

Desde niña dio prueba de inteligencia y curiosidad intelectual, leía los libros científicos que encontraba en casa, aprendió a manejar los útiles del oficio de su padre, las matemáticas y el dibujo profesional. A los nueve años la familia se traslada a Madrid y a los 15 Remedios ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, siendo una de las primeras alumnas del centro, tradicionalmente reservado a los hombres. En la Residencia de Estudiantes frecuenta el trato con Dalí y García Lorca. En 1930, terminados los estudios, participa en una exposición colectiva de la misma Academia y en otro de dibujos.

De izquierda a derecha: Victor Serge, Benjamin Péret, Remedios Varo y André Bréton

Deseosa de alejarse del ambiente familiar, en el que nunca se sintió cómoda, ese año se casa con Gerardo Lizarraga, un condiscípulo. La pareja se instala en París y un año después, en Barcelona. En esta ciudad trabaja en la publicidad de la empresa Thompson al tiempo que establece contacto y comparte estudio con otros artistas de vanguardia: José Luis Florit, Óscar Dominguez y Esteban Francés. Todos ellos formarán el grupo Amics de l’Art Nou (ADLAN). En 1932 se separa de Lizarraga, con quien mantendrá una buena amistad.

Remedios Varo. Ojos sobre la mesa. 1935

En 1935 expone sus dibujos en Madrid. Al año siguiente participa en la exposición colectiva Logicofobista, en la galería Catalonia de Barcelona. Cuando se produce la sublevación militar de 1936, conoce a Benjamin Péret, poeta francés surrealista, militante de izquierda que acudía a combatir la sublevación, con el que mantendrá una relación amorosa.

R.Varo. Gitana y arlequín. 1947

Varo y Péret se trasladan a París en 1937. Ella se introducirá en el círculo surrealista de André Bretón y conocerá a Max Ernst, Victor Brauner o Joan Miró y a Leonora Carrington, cuya amistad conservará toda su vida. En este tiempo participa en la Exposición Internacional del Surrealismo de Tokio. Colabora con algunas viñetas en el Dictionnaire Abrégé du Surréalisme y participa en exposiciones de París y Ámsterdam.

En 1939 es encarcelada. Remedios nunca quiso hablar de ello, pero se cree que fue a causa de haber escondido en su casa a un desertor del ejército francés. Cuando París es ocupado por las tropa nazis, huye a Marsella con Péret y desde allí, a finales de 1941 se trasladan a México.

En el exilio formarán un grupo de viejos y nuevos amigos -entre ellos Gerardo Lizarraga, Octavio Paz, Esteban Francés o Leonora Carrington- y la suiza Eva Sulzer, quien actuaría como mecenas de los exiliados, especialmente con Remedios. Todos ellos se emplearán en trabajos diversos para mantenerse. Remedios y Esteban Francés colaborarán con Marc Chagall en el vestuario para el ballet Aleko.

Los primeros tiempos de estancia en México supusieron para Varo un respiro en su incesante deambular, que le permitió profundizar en su arte. Por entonces, tomó contacto con la doctrina esotérica de G.I. Gurdjieff, sin llegar a formar parte del grupo ni participar en sus actividades. En 1947 se separó de Péret; él regresa a Paris y ella se incorpora a una expedición científica francesa a Venezuela, donde se encuentra con su madre y su hermano Rodrigo, que tenía un cargo de responsabilidad en la sanidad de una zona de aquel país.

En los dos años que dura su etapa venezolana se dedica a hacer dibujos de mosquitos para una campaña de salud antipalúdica y cuadros publicitarios para la casa Bayer de México, que firma con el apellido materno Uranga. Para pagarse el billete de vuelta a México, se dedica a buscar oro en el Orinoco.

En México se dedica a trabajos comerciales para sobrevivir hasta que acepta la propuesta de Walter Gruen, refugiado político austriaco, de rehacer sus vidas juntos. A partir de 1952 retomará su actividad como pintora en serio. Cultiva un estilo en el que mezcla sus conocimientos científicos con lo místico y esotérico. Tres años después le llegará el éxito que tanto había perseguido. La crítica le es favorable y se formarán listas de espera para conseguir una obra suya. Participará en más de noventa exposiciones individuales y colectivas

Naturaleza muerta resucitada. 1963

En 1963 muere de un infarto. Deja inacabado un lienzo en el que pretende representar la unidad del hombre, la naturaleza y el cosmos: Música del Bosque. Su última obra será: Naturaleza muerta resucitando. Al año siguiente el Museo Nacional de Arte Moderno organizará en el Palacio de Bellas Artes una exposición en su honor que registrará un récord de visitantes. El Museo Reina Sofía ofrece una muestra de su obra.

Fuente y fotografías: Remedios Varo

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