El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero ha tenido la feliz idea de crear los premios Herencia Ribera, con los que pretende reconocer la aportación y el esfuerzo de personas que fueron fundamentales en su fundación. Los dos primeros premios han sido para Ismael Arroyo, un bodeguero pionero fallecido el pasado año, y para Pilar Pérez Albéniz, una mujer singular en un mundo de hombres como era entonces el del vino.
Los premios se han entregado durante la Fiesta de la Vendimia pero como el Consejo ha tenido la habilidad de convertir esta en un acontecimiento lúdico-social los premios pueden haber pasado algo desapercibidos. A quienes vivimos aquel proceso cuatro décadas atrás los homenajes a ambas figuras nos parecen un gesto de estricta justicia.
La iniciativa de constituir una Denominación de Origen partió de la Ribera burgalesa ante la necesidad de proteger el cultivo de la vid, en riesgo de desaparición. En 1976, coincidiendo con el 25 aniversario de la creación de la Cooperativa Santa Eulalia de La Horra, la Delegación Provincial de Agricultura de Burgos, cuyo jefe era Francisco Montoya Ramos, organizó una “Semana del vino de la Ribera”. Allí hablaron tres ingenieros agrónomos y un poeta y se deslizó la idea de crear una Denominación de Origen (DO) que protegiera el vino de la comarca, producción de larga tradición, pero que atravesaba uno de sus momentos más bajos.
El primer paso se daba el 1 de mayo de 1978, cuando todas las bodegas de la comarca del sur de Burgos presentaron ante el Instituto Nacional de Denominaciones de Origen (INDO) la solicitud de una Denominación de Origen para los vinos de su zona. El 7 de septiembre de 1979 -hace ahora 40 años- el pleno de la Diputación Provincial de Burgos tomaba el acuerdo de urgir al INDO a agilizar la aprobación de la DO solicitada. El 17 de noviembre de ese año se concedía la DO para los vinos de la zona de la provincia y se autorizaba la constitución de su Consejo Regulador provisional (BOE, 14 diciembre 1979). El primer logotipo de la DO se aprueba el 26 de enero de 1981, previo concurso convocado por el Patronato de Desarrollo Provincial.
En la fase de elaboración del reglamento se acuerda ampliar el ámbito de la DO a la comarca natural, incluyendo las zonas correspondientes a las provincias de Soria, Segovia y Valladolid, reducidas en extensión pero con algunas bodegas muy significativas como la de Vega Sicilia. El Reglamento de la DORD y de su Consejo Regulador, finalmente, se publica en el BOE de 10 de agosto de 1982. En los años 1984, 1996 y 2018 se aprobarían sucesivas modificaciones de dicho reglamento, la última de ellas para incluir la elaboración de blancos a partir de la uva albilla. La primera cosecha calificada, la de 1982, resultó ser “Muy buena”, también la siguiente, pero la de 1984 fue Regular. Hubo que esperar a 1986 para obtener una Excelente.
Este relato que se salda en unas pocas líneas, hubo de superar un océano de dificultades. La primera de ellas, el desaliento de la mayoría de los propietarios de viñas, que había optado por arrancar las cepas, considerando su escasa rentabilidad. De las 13.629 Ha. de viñedo existentes en 1974 se habían pasado a 8.038 en 1982. Solo unos pocos mantenían la esperanza de recuperar para la comarca una industria que había vivido momentos de riqueza en siglos anteriores. Ese esfuerzo de convicción -en realidad, ese sueño entonces utópico- fue realizado por un grupo muy reducido de personas. Imposible no recordar la figura esencial de Francisco Montoya, empujando, siempre empujando desde los distintos puestos de responsabilidad política, decisivo como presidente de la Diputación Provincial de Burgos, pero también de aquellos viticultores -entonces ni se conocía la palabra- que aseguraban que el vino era el futuro de la comarca y dibujaban un horizonte de prosperidad. La mayoría ni se molestaba en escucharlos y, cuando lo hacía, era para burlarse de ellos.
¿El vino? ¿Este churrillo, que se bebe en las bodegas?, preguntaban los más. No, un vino bien hecho, con la uva autóctona, la tempranillo o tinta del país, como se hace por ahí…, respondían. Quiá, decían muchos. Si Vega Sicilia puede, ¿por qué no vamos a poder los demás?, concluían los convencidos.
Los convencidos eran pocos porque el descepe continuó incluso en los primeros años de la DO. En 1985 la superficie de vid inscrita había quedado reducida a 6.460 Ha. Entre esos convencidos hay que recordar a los hermanos Pérez Pascuas, animados por Mauro, el padre; a Pablo Peñalba; a Alejandro Fernández y a Ismael Arroyo, hombre de pocas palabras pero de firmes convicciones. El premio a Ismael, recogido por sus hijos, coincide con el 40 aniversario de la creación de su bodega en Sotillo de la Ribera.
En 1982, cuando se abre el Registro de la DORD se inscriben siete bodegas elaboradoras de vino, cuatro al año siguiente, seis más en 1984; al finalizar la década serán 35. Las primeras bodegas inscritas son, por este orden: Vega Sicilia, S.A., Rauda S.Coop., Hermanos Pérez Pascuas S.L., Peñalba López S.L., Ismael Arroyo S.L., Cooperativa Virgen de la Asunción, Sta. Eulalia S.A., Cooperativa Virgen de las Viñas, Balbás S.A., y García S.L. La llegada del siglo XXI contempla ya 115 bodegas, actualmente, rondan las 300, que producen más de 1.200 marcas de vino, tinto: joven, crianza, reserva y gran reserva; rosados y ahora también, blancos. Las 9.250 Ha. de viñedo registradas en 1990 se habían convertido en 14.054 en 2000 y en 23.205 en 2018.
Pilar Pérez Albéniz está vinculada a Torremilanos, el nombre de un término al suroeste de Aranda, que pasa por ser una de las propiedades vinícolas más antiguas de España y era la bodega más antigua de la comarca. Propiedad de Calixto Seijas desde 1903, constituida como marca en 1922, en 1975 había sido adquirida por la familia Peñalba López. Pablo Peñalba, asentado en el negocio de la construcción, se puso al frente de la bodega, asistido en todo momento por su esposa, Pilar Pérez Albéniz. El mundo del vino era entonces exclusivamente masculino. Las ponencias de la ya mencionada Semana del Vino de 1976 se abren con unos versillos de Pedro Felipe Calvo Esteban, poeta y fiscal comarcal de Aranda, que decían: “Cumplir años, ¡Qué placer! / no lo querrá la mujer, / que pierde su lozanía / pero el vino cada día / que consigue envejecer, se afianza en su valer”. Para irnos situando.
En las reuniones, ellos lo copaban todo. No obstante, se sabía que en el caso de Torremilanos Pilar no era una figura decorativa. Pablo y ella formaban un tándem muy eficaz. Él gestionaba la empresa, -en 1999 fue elegido presidente de la DORD- ella era una eficiente relaciones públicas y una fuente de inspiración. No era partidaria de aparecer públicamente, papel reservado a Pablo, pero no era difícil reconocer su mano, el toque de distinción, en el funcionamiento de Torremilanos. La marquesa de Valdolé, le apodamos los periodistas. (A estas alturas el delito habrá prescrito, espero).
En el año 2000 en la finca Torremilanos se inaugura un hotel, abriendo un nuevo segmento de negocio en el mundo vitivinícola: el enoturismo. El hotel es la obra de Pilar, todo en él refleja su personalidad y buen gusto. En la tienda del establecimiento pueden adquirirse los cosméticos elaborados con derivados de la uva, además de los vinos, de cultivo ecológico, y cavas elaborados por la firma. Pablo fallece en 2007 y Pilar pasa a ser consejera delegada de la empresa, apoyada por la segunda generación de Peñalbas.
En 1982 Pilar era una rara avis en la Ribera del Duero. Al concederle el premio Herencia el CR resaltaba su condición de pionera, quien había abierto el camino a las mujeres que vinieron después. Nadie que no haya vivido aquel proceso inicial puede hacerse una idea cabal del cambio producido en todos los órdenes: económicos, medioambientales, sociales y culturales. La producción vitivinícola ha creado nuevas industrias vinculadas a la propia producción, embotellado y comercialización del vino. Los jóvenes tienen hoy una oferta mucho más plural de inserción laboral.
Las mujeres ya no son una rareza en el mundo del vino. Las hay propietarias de bodegas, directoras, enólogas, veedoras, vocales del CR… ya solo falta que cualquier día elijan a una presidenta. Paralelamente, la prosperidad de la comarca ha inducido a la creación de otros negocios y empleos. En 1982 en la Ribera del Duero había una sola emisora de radio, un único periódico y una sola periodista mujer; actualmente, hay varias emisoras, varios periódicos y alguna televisión, donde las mujeres son mayoría y una agencia de comunicación formada exclusivamente por mujeres -Scribo Comunicación-.
Efectivamente, los premios Herencia Ribera han estado muy acertados.