Oliva Sabuco

Oliva Sabuco (Alcaraz, Albacete,1562-1646) es una mujer de cuya vida se conoce casi todo excepto lo esencial: cómo y por qué escribió La Nueva filosofía de la naturaleza del hombre, una obra que cuestiona a Aristóteles o a Galeno y se adelanta a Descartes. Tan avanzada es que, naturalmente, se piensa que no pudo ser escrita por una mujer, que tuvo que hacerlo su padre.

Luisa de Oliva Sabuco de Nantes Barrera fue una de los nueve hijos que Miguel Sabuco, farmacéutico, tuvo con su primera esposa, Francisca de Cózar. Se trata de una familia culta, probablemente conversa pues los antepasados de Sabuco habían sido investigados por el Santo oficio. En la partida de bautismo, de fecha 2 de diciembre de 1562, la niña tiene como padrinos de pila al doctor Alonso de Heredia y a Catalina Cano, junto a Cebrián Vizcaya, Bárbara Barrera y Bernardina de Nantes. Un doctor, un regidor, la esposa de un licenciado, todos ellos personas principales en Alcaraz, población está viviendo su momento de esplendor, en ella se encuentran personajes de la talla de Andrés Valdelvira (1505-1575), arquitecto de la catedral de Jaén, la capilla del Salvador y el Hospital de Santiago de Úbeda, entre otras obras, y Pedro Simón Abril (1530-1595), humanista y pedagogo.

Como la enseñanza reglada estaba vetada a las mujeres, las jóvenes de familias nobles y cultas solían formarse en el ámbito familiar. Oliva pudo hacerlo con su propio padre, que había estudiado en la Universidad de Alcalá y tenía el título de bachiller, o con su hermano Alonso, que tenía conocimiento de ciencias físicas, o, según algunos historiadores, con el bachiller Gutiérrez y, sobre todo, con Pedro Simón, que reside e imparte docencia en la ciudad entre 1574 y 1583. Simón es una figura importante en el humanismo español. Ha enseñado griego, latín y retórica en Aragón y es autor de gramáticas latina y griega.

Oliva se casa con Acacio de Buedo el 18 de diciembre de 1580. El novio pertenece a una familia rica e influyente de Alcaraz. Quizá para estar a la altura, el padre de Oliva le promete una dote por encima de sus posibilidades, que luego no puede entregar. Buedo litiga por esta causa y finalmente se acuerda la entrega de 52.000 maravedíes, dos viñas, ajuar y ropa. Acacio no pertenece a la élite intelectual de la ciudad, de la que procede Oliva, él pertenece a la oligarquía local, es agricultor y ganadero, también comerciante, actividades que compaginará con la política. Durante medio siglo ocupará cargos que le reportan dinero y poder, será regidor durante más de dos décadas.

En 1587, previa concesión del privilegio real, se publica en Madrid la “Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos, la cual mejora la vida y salud humana. Compuesta por Oliva Sabuco”. La obra está escrita en castellano, la mayor parte, y algo en latín. Comienza con dos cartas, la primera dedicada al rey, entonces Felipe II, de quien se declara humilde sierva y a quien ruega que favorezca a las mujeres en sus aventuras. En la que dirige a Francisco Zapata le pide amparo y favor contra los émulos de este libro.

El núcleo de la Nueva Filosofía utiliza los diálogos entre varios personajes para descalificar por superada a la medicina tradicional incluyendo a Aristóteles, Hipócrates y Galeno, en un momento en que la doctrina galénica era el fundamento del conocimiento y la práctica de la medicina en el mundo occidental. Las ideas de la biología y la salud y la imagen del cuerpo que se expresan en la obra son originales e insólitas, al tiempo que presentan una concepción psicosomática novedosa de la salud, de la enfermedad y de la terapéutica. Se aprecia en ella una clara influencia de la filosofía de Platón y de las ideas médicas de Celso.

La obra tuvo un éxito inmediato, lo que llevó a una segunda edición al año siguiente, que fue censurada y tachada por el Santo Oficio, y otra más en 1589, a las que seguiría otra en Braga (Portugal) en 1622, de la que se habían eliminado las partes previamente expurgadas por la Inquisición. En 1632 la obra será prohibida, pese a lo cual se realizan nuevas ediciones en portugués y castellano a lo largo de los siglos XVIII y XIX, convertida ya en una obra clásica de la cultura renacentista española, y todavía una en inglés en 2006. En todas ellas se tiene por autora a Oliva Sabuco y hasta 2009 no se publica una nueva edición atribuyendo la autoría a Miguel Sabuco.

Sin embargo, recién estrenado el siglo XX, el hallazgo por el registrador de Alcaraz José Marco Hidalgo del testamento del bachiller Sabuco viene a apoyar la tesis de quienes sospechan que una obra de tal altura intelectual y filosófica no puede haber sido escrita por una mujer. Datado el 20 de febrero de 1588, en este documento el bachiller se declara autor de la Nueva Filosofía y añade que había cedido la autoría a su hija “solo por darle el nombre e la honra” pero reservándose para sí el provecho económico que produjera el libro y pide a Oliva que no se oponga “so pena de maldición”. Para entonces Miguel había enviudado de su primera esposa y había vuelto a casar con una mujer joven -Ana García- con la que tenía un hijo de cuatro años -Miguel- a quien mejora con el tercio y quinto de la herencia por ser su madre pobre. En el mismo documento el padre alude al problema que había surgido con la dote excesiva que concedió a Oliva cuando se casó con Acacio de Buedo, y que, aunque deparó en proceso judicial, se avinieron pacíficamente a un acuerdo familiar.

Algunos críticos aventuran que con la reclamación Miguel quería proteger económicamente a su esposa y a su hijo menor. Otros defienden que el padre es el autor pero que, al tratarse de un texto tan opuesto a la versión canónica, temió ser declarado hereje y quiso escudarse en la hija pero una vez obtenido el privilegio real, consideró que era el momento de reclamar la autoría.

El 28 de abril del mismo año 1588 Alonso Sabuco, hermano de Oliva, suscribe un concierto con Acacio de Buedo por el que este, actuando en nombre de su esposa, consiente que sea aquel quien trate con el impresor y el mercader para una nueva edición del libro. El mismo día Oliva y Acacio -este como “autorizador” de la declaración de su esposa- acuden al notario y aquella se retracta de la autoría del libro, declara que el autor es su padre que está en posesión del privilegio y le cede los derechos a cambio de cien reales prometiendo “de agora para en todo tiempo jamás no reclamar sobre el dicho libro cosa alguna ni nosotros ni los dichos nuestros sucesores”.

¿Qué ha ocurrido? Cabe aventurar que el acuerdo con el hermano se refiera a la “explotación” del libro y que Oliva, tras conocer el testamento de su padre y su amenaza de maldición, ceda a este los ingresos que pudiera obtener -hay que recordar que el libro acaba de ser publicado- puesto que ella sí disfrutaba de una posición desahogada, resolviendo la cuestión, de la misma manera que se había resuelto el asunto de la dote, en el ámbito familiar.

A través del estudio realizado por Elvira Valero de la Rosa Testamento y última voluntad de doña Oliva Sabuco, se sabe que su vida discurrió plácidamente, dedicada a su familia. Oliva y Acacio tuvieron cuatro hijos: Francisca, Luisa, Pablo y Félix. Ellas casaron con hidalgos locales y ellos profesaron en religión. Uno de sus nietos -Jacinto Pareja y Buedo- fue también un famoso religioso predicador. Acacio debió morir en 1635. Poco después de cumplir 83 años, el 13 de febrero de 1646, Oliva hace testamento en el que expresa su “última y postrimera voluntad” de ser enterrada junto a Acacio, en la capilla que posee en el convento de Santo Domingo, lo que es indicativo de su posición social. Declara herederos universales a sus hijos, Francisca, viuda, Luisa, casada con Miguel de Pareja, y Pablo, cura del pueblo de Ballestero; sin mención expresa a Félix, que es religioso dominico. Mejora con el tercio del quinto a su nieta Margarita Parejo, y designa albaceas a sus hijos varones y a su yerno, Miguel.

Como curiosidad, se observa que en la dedicatoria al rey aparece la firma de Oliva de Nantes, Sabuco, Barrera; en la portada del libro de 1587, Oliva Sabuco y en el documento donde se retracta de la autoría, doña Oliva de Nantes. Porque a partir de 1588 el nombre de Oliva irá siempre precedido del tratamiento de doña, incluso en la firma, algo que no ocurrirá con su marido, que pese a su posición social nunca utilizará el don. Una manera, quizá, de reivindicar su posición intelectual, su autoría, en fin, por encima de acuerdos familiares.

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