Si recorres la Camarga, al llegar a Saintes Maries de la Mer encontrarás a Mireia, llorando por su amor imposible. Mireia era hija de un rico hacendado de Les Beaux de Provence, enamorada de Vincent, joven sin más recursos que su juventud y su amor. Como los padres se oponían a la relación, pensando en casar a su hija con candidatos mejor situados, Mireia huyó de la casa familiar y se encaminó hacia Saintes Maries de la Mer, para encomendarse a las Santas. Pero el sol, que aquí cae sin remisión, rinde a la joven. Cuando yace víctima de la insolación, se le aparecen Santas María Salomé y Santa María Jacobé -las Santas Marías- y le enseñan el camino al otro mundo, que ella sigue. Así la encontrarán sus familiares que habían salido en su búsqueda.
Frédéric Mistral, escritor francés que utilizaba la lengua occitana, dedicó a Mireia uno de sus poemas más famosos en 1859 y Charles Gounod, una ópera en 1863.
O Saintes Maries / qui pouvez en fleurs / changer nos larmes / inclinez vite l’oreille / devers ma doleur, (Oh, Santas Marías / que podéis en flores / cambiar nuestras lágrimas / corred a inclinar vuestro oído / a mi dolor), clama Mireia mirando eternamente hacia la iglesia de las Santas.