El Palacio de la Isla de Burgos acoge estos días una exposición que se estrenó en Nueva York en 2006 y ha paseado por una docena de países: Corresponsales en la guerra de España. Los paneles muestran una treintena de columnas escritas por otros tantos corresponsales extranjeros que escribieron sobre lo que en aquellos años aciagos de 1936 a 1938 estaba ocurriendo en España.
Por la importancia de los medios que recabaron noticias de la guerra y de los corresponsales enviados se diría que el mundo entero observaba con atención lo que sucedía en ambos bandos. Se diría que todo el que era alguien en el periodismo y en la literatura o aspiraba a serlo pasó por aquí y dio su opinión sobre aquella guerra. La exposición se abre con una entrevista al general Franco, realizada en las primeras semanas del levantamiento, en la que este anuncia ya que la sublevación concluirá en una dictadura militar. Le sigue la información sobre los asesinatos de Badajoz, ordenados por el General Yagüe. Los hechos que se relatan son de tal crudeza que el visitante no puede evitar el estremecimiento.
A través de estas crónicas, realizadas sobre el terreno en el lado republicano y en el sublevado, el visitante puede hacerse una idea de la dureza de aquella contienda y de la evolución del enfrentamiento. Ahí están las firmas de George Orwell, Louis Delaprée, Ernest Hemingway, John Dos Passos, Harold (Kim) Philby, Indro Montanelli, Mijail Kolsov, Antoine de Saint Exupéry, también las de Barbro Alvin, la periodista sueca conocida como Bang, Virginia Cowles o Martha Gellhorn.

Acompaña a cada crónica una sucinta biografía del corresponsal. Y hete aquí que bajo la foto de Martha Gellhorn se indica que “fue la tercera mujer de Hemingway, relación que se forjó en el Hotel Florida durante los bombardeos”.

Bajo la imagen de Hemingway se alude a que «su paso, en diferentes momentos, por la guerra de España dejó abundantes muestras en su obra literaria y algunos magníficos reportajes, género que dominaba«.
Bien, la exposición se ha realizado en colaboración del Instituto Cervantes y la Fundación Pablo Iglesias y, en lo que concierne a Burgos, con la del Instituto de la Lengua de Castilla y León. A ninguna de tan doctas instituciones le ha rechinado nada en tales cartelas. Para empezar, Gellhorn no era solo la mujer de un escritor. Fue una gran reportera -considerada entre las mejores del siglo XX- autora de grandes reportajes, pues dominaba el género tanto como Hemingway, estuvo presente en primera línea en todos los conflictos que tuvieron lugar en su tiempo, incluido Vietnam y Oriente Medio, escribió con riesgo de su vida -en el desembarco de Normandía o sobre la vida en la cárcel de Nachau antes de ser liberada- y recogió sus experiencias en libros como El rostro de la guerra o Cinco viajes al infierno. Gellhorn y Hemingway estuvieron casados apenas cinco años, hasta que ella lo dejó, probablemente la única mujer que dejó al gran escritor, detalle que omite la cartela.
Con todo, lo más sorprendente es que, siendo el matrimonio un asunto de dos, y que tan casado estuvo él con ella como ella con él, la cartela de Hemingway no mencione para nada sus hitos conyugales, ni informe de que él fue el primer marido de Martha Gellhorn, quien posteriormente volvió a casarse y a divorciarse, siguió escribiendo sobre las guerras que se multiplicaban por el mundo y acabó su vida a los 90 años.
Esos detalles, ni siquiera sutiles, que demuestran el diferente trato que se dedica a mujeres y hombres, incluso cuando comparten profesión.
Foto: The New Yorker
Qué razón tienes y que acertado comentario