María Telo (Cáceres, 8 octubre, 1915 – 5 agosto 2014) estuvo a punto de cumplir un siglo de vida y durante la mayor parte de su existencia se aplicó en depurar aquellos aditamentos machistas que se van quedando en las legislaciones por pura inercia.
Nació en Cáceres en 1915, comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Salamanca y cuando estaba a punto de terminar, a falta de dos asignaturas para licenciarse, la guerra civil interrumpió sus estudios. Se licenció en 1940 pero no pudo opositar a notarías, como era su intención, porque esa profesión les estaba vedada a las mujeres. Fue la primera mujer en acceder por oposición al Cuerpo Técnico de Administración Civil del Ministerio de Agricultura y la primera en ser jefa de servicio. Se casó con Juan Manuel Fernández Albor, con quien tuvo una hija. En 1952 se colegió estableciéndose como abogada en asuntos de familia. En 1956 ingresó en la Federación Internacional de Mujeres Juristas, donde ocupó un puesto de consejera entre 1964 y 1997 y la vicepresidencia en la década de los setenta y los ochenta.
En 1969 empieza su trabajo para liberar a las mujeres del peso de unas leyes claramente machistas, que consideraban a la mujer casada en el mismo nivel que los menores, los dementes y los sordomudos y la sometían al marido para cualquier actividad. Tuvo una intervención destacada en las reformas del Código Civil de 1975 y 1981 que devolvieron a las mujeres parte de los derechos de ciudadanía que la dictadura les había hurtado. La ley “De la situación jurídica de la mujer casa y los derechos y deberes de los cónyuges”, de 1975, suprimió la licencia marital y la obediencia al marido, vigente hasta entonces. En 1981, la ley sobre “Filiación, patria potestad y régimen económico del matrimonio” establecía la patria potestad conjunta, la igualdad jurídica de todos los hijos y la igualdad de los cónyuges en la administración de los bienes gananciales; finalmente, la Ley sobre “Matrimonio civil, separación, nulidad y divorcio” regulaba el divorcio.
Hasta el final de sus días estuvo comprometida con la defensa de los derechos de ciudadanía de las mujeres, por lo que es considerada una de las cien mujeres más destacadas del siglo XX.
Es autora del libro Mi lucha por la igualdad jurídica de la mujer.
Una de esas mujeres que te permiten sentir orgullo y esperanza.