María Goyri, investigadora y filóloga

La vida de María Goyri es un punto novelesca, siempre interesante, pero su discreción y modestia -y el hecho de ser mujer- la colocaron en un segundo plano, a la sombra del hombre famoso que fue su marido, Ramón Menéndez Pidal. Sin embargo, ella fue quien tejió el entramado sobre el que él pudo desenvolverse confortablemente en su vida personal y profesional. Goyri compaginó esa dedicación familiar y una actividad docente, literaria e investigadora todavía no reconocida justamente.

María y su madre, Amalia (Foto: Fundación Ramón Menéndez Pidal)

María Amalia Goyri y Goyri (Madrid, 29 de agosto, 1873-28 de noviembre, 1954) era hija de Amalia Goyri, madre soltera, mujer progresista que proporcionó a la niña una educación igualitaria, quien por sí misma merece capítulo aparte. Hasta los doce años ella fue su maestra. En 1885 ingresa en la Escuela de Comercio de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, donde, además de las enseñanzas habituales, recibe clases de dibujo o gimnasia. Allí coincide con Mercedes Sardá, que sería una pedagoga famosa, y con María Lejárraga, escritora. En ese tiempo conoce a Concepción Arenal, a quien admiró siempre.

Después de obtener el título de Comercio y de Institutriz, quiso matricularse en la Universidad de Madrid, todavía vetada a las mujeres. Tardó tres años en conseguirlo, con la condición de que no se comunicara con los estudiantes varones y permaneciera en clase en una silla junto al profesor. Pertenece, pues, a la especie de mujeres dispuestas a derribar los obstáculos y privilegios que impiden la igualdad real. En 1896 se licenció en Filosofía y Letras y se doctoró en 1909 con una tesis sobre Lope de Vega y el romancero. También estudió Magisterio para poder ejercer la docencia.

Foto: Fundación Ramón Menéndez Pidal

Por entonces participa en los cursos de la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo impartidos por Menéndez y Pelayo, donde conoce a Ramón Menéndez Pidal. Ambos colaboran con el musicólogo Felipe Pedrell en la elaboración de su Cancionero musical español. La pareja se casa en 1900. El viaje de novios lo realizan siguiendo los pasos del Cid en su destierro, tal como se describe en su Poema, recogiendo en los pueblos los romances transmitidos por la tradición oral. Así encontrará el Romance de la muerte del Príncipe Juan, desconocido hasta entonces, sobre el que en 1904 María publicará su primer trabajo en el Bulletin Hispanique. Ambos, especialmente María, dedicarán su vida a recuperar el romancero popular, a la investigación filológica, escuchando los cantos tradicionales en los pueblos. La pareja tuvo tres hijos: Jimena, Ramón, que murió en 1908, y Gonzalo.

Foto: Fundación Ramón Menéndez Pidal

La educación de las mujeres fue otra de sus preocupaciones. Ya en 1892 intervino en el Congreso Pedagógico Hispano-Luso-Americano con una ponencia sobre “Concepto y límites de la Educación de la Mujer y la aptitud profesional de esta”. Al año siguiente publicaba un artículo sobre este Congreso en La Escuela Moderna, una revista hispanoamericana. En 1984 enseña Literatura en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer y elabora los programas pedagógicos de Lengua y Literatura para niñas de 8 a 10 años. También imparte Literatura en la Residencia de Señoritas y participa activamente en la creación del Instituto-Escuela, de acuerdo con el ideario del Instituto Libre de Enseñanza. Ella dirige el programa de Lengua y Literatura Españolas y colabora en el desarrollo de la Biblioteca Literaria del Estudiante, dirigida por Menéndez Pidal, donde se seleccionan los textos que complementan la formación de los jóvenes. En su viaje a Estados Unidos en compañía de su marido, en 1909, visitará escuelas de mujeres, jardines de infancia y universidades femeninas. En 1933 fue nombrada vocal del Patronato Instituto-Escuela; en 1935 publicó su primer trabajo sobre Lope de Vega. En la Revista Popular tuvo su propia sección, con el título Crónicas femeninas.

Simultáneamente, se implicó en el Patronato del Niño Delincuente, fundado por la pedagoga portuguesa Alice Pestana, en el que colaboraba también Pilar García Arenal, nieta de Concepción Arenal. El objetivo del Patronato era la reinserción de niños mediante métodos pedagógicos innovadores.

Cuando se produce el levantamiento militar María se encuentra pasando el verano en su casa de San Rafael (Segovia), con su hija Jimena, su yerno, Miguel Catalán, y su nieto, Diego; Ramón está de viaje y permanecerá fuera durante la contienda. Los dirigentes rebeldes realizan un informe sobre la ideología política de la familia. El retrato de los rebeldes no puede ser más expresivo sobre la valía de María Goyri. Señala que Menéndez Pidal, presidente de la Academia de la Lengua, es una “persona de gran cultura, esencialmente bueno, débil de carácter, totalmente dominado por su mujer”. De María afirma que es “persona de gran talento, de gran cultura, de una energía extraordinaria, que ha pervertido a su marido y a sus hijos; muy persuasiva y de las personas más peligrosas de España. Es sin duda una de las raíces más robustas de la revolución”.

Foto: Fundación Ramón Menéndez Pidal

La dictadura pone a la familia en cuarentena. Se embargan los bienes de Menéndez Pidal, y en 1939 cesa como director de la RAE, sustituido por José María Pemán en 1939. Aunque en los años cuarenta dio clases en el Colegio Estudio, que dirigía su hija Jimena, María se refugió en el ámbito privado y en sus investigaciones y, por encima de todo, en su colaboración permanente con Menéndez Pidal. Escribió De Lope de Vega y del Romancero, Romancero tradicional de las lenguas hispánicas y Los Romances de Gazul. Su correspondencia con investigadores e hispanistas, sus notas y escritos inéditos se guardan en la Fundación Menéndez Pidal.

Goyri fue una investigadora seria, inteligente, discreta y generosa. Toda su vida estuvo dedicada a los demás antes que a sí misma, como describe Elvira Ontañón. “La labor de María empezaba por la organización impecable de la casa en sus diferentes aspectos, desde el orden diario con todas las cuestiones menores tan necesarias, hasta llevar los temas económicos y administrativos, que se fueron haciendo cada vez más complejos al crecer la actividad intelectual de don Ramón. Además, era el gran apoyo y la primera referencia en el trabajo de su esposo: llevaba la copiosa correspondencia; seleccionaba y traducía para él artículos de revistas de diferentes países; organizaba los ficheros y mantenía el orden de la biblioteca que crecía continuamente. Pero su gran empeño –aparte de sus trabajos de investigación personal– fue el Romancero, cuyo Archivo encontró su lugar en la casa familiar de Chamartín que construyeron en 1925 y donde actualmente radica la Fundación Menéndez Pidal”.

Durante 2018 y 2019 se ha organizado un programa de actos para conmemorar el «bienio pidalino«, el 50 aniversario de la muerte de Ramón Menéndez Pidal (1968) y el 150 de su nacimiento (1869), figura señera en las letras españolas del siglo XX, sin ninguna dura. En la exposición organizada por la Biblioteca Nacional la figura de María Goyri aparece como casi testimonial en la vida del gran prócer, pasando por alto su altura intelectual y el hecho indubitable de que si él pudo realizar su trabajo fue gracias al valiosísimo apoyo que ella prestó generosa y discretamente. Goyri llevó su discreción al extremo de pedir ser enterrada sin lápida. Sus restos descansan en la Sacramental de San Justo de Madrid.

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