La condesa María Benedetta di San Martino se arregló lo mejor que supo para posar ante Pompeo Batoni, que era un experto en poses de este tipo y había retratado para la posteridad a la mayoría de los británicos que pasaban por Roma, donde tenía su taller en la segunda mitad del siglo XVIII.

Si hemos llegado a conocer a María Benedetta di San Martino es gracias a la inscripción que aparece debajo de la firma de Batoni. La condesa eligió traje y complementos en la gama de azul-gris para combinar con el prendedor recogiendo las perlas que luce sobre el laborioso peinado que, a mayor abundamiento, remata con un ramito de flores. La señora podía ser un modelo de elegancia pero no de sencillez.