María Bashkirtseff (1858-1884) no alcanzó a cumplir los 26 años. Una vida breve pero intensa que permite entrever la genialidad de una joven nacida en una familia privilegiada de lo que entonces era el imperio ruso, que viajó por Europa y se estableció en Francia. Hablaba varios idiomas -ruso, francés, inglés, italiano, alemán, incluso latín-. Cultivó la pintura y la escultura, componía música, tocaba el piano, la guitarra, la mandolina y el arpa, tenía una voz prodigiosa, equiparable a la de María Callas, pero fue conocida sobre todo por sus diarios. “Yo soy el más interesante de los libros o yo soy mi propia heroína”, escribió. De haber nacido hombre sería un ejemplo de genio prematuro y malogrado; como nació mujer es una perfecta desconocida.
Su primera inclinación fue la música, para la que tenía una gran facilidad. Dado lo prodigioso de su voz -que rozaba las tres octavas- pensó en hacer carrera como cantante pero el inicio de su enfermedad frustró su propósito.

Descartada la carrera musical, se decidió por la pintura, actividad que estaba mal vista en una joven de su época y de su clase social. Se matricula en la Academia Julian, que admitía mujeres, permitía la desnudez de sus modelos y no hacía distinciones entre su alumnado, fueran mujeres u hombres. Pronto destacará entre estos alumnos por su dominio de la técnica y por la elección de temas, escenas cotidianas, como la propia Academia Julian, en la que retrató a sus compañeras y a sí misma, o de miseria callejera, como El encuentro, que nada tienen que ver con los modelos conformistas.

Poco después de cumplir los 20 años ya era conocida por sus pinturas. En 1885 su cuadro El encuentro fue comprado por el Estado francés y hoy puede verse en el museo de Orsay; en 1887 Holanda adquiere su Retrato de Alexandrina con destino al Rijksmuseum. De su experiencia escultora nos queda El dolor de Nausicaa, también en el museo Orsay de París. En 1908 su madre donó la producción artística de María al museo Alejandro III, actualmente Museo Estatal Ruso de San Petersburgo. Un centenar de pinturas, tres esculturas y varias decenas de dibujos. En 1929 la donación fue trasladada a Ucrania; la mayor parte de ella desapareció durante la evacuación previa a la invasión de las tropas nazis. De su obra apenas queda una muestra desperdigada en museos de Rusia, Francia, Estados Unidos, Canadá y Grecia.

Empieza a escribir sus diarios con 15 años. La primera edición aparece en 1887, dos tomos convenientemente censurados por su madre para ofrecer una imagen familiar modélica y de la propia escritora como una adolescente casta y pura, que poco tenían que ver con la realidad. La familia había hecho su fortuna mediante el fraude, la violencia y el chantaje y María era una mujer joven y voluntariosa, deseosa de disfrutar de la vida y del triunfo, consciente de la gravedad de su enfermedad y de lo irremisible de su muerte, combativa siempre pero desesperada a ratos por las limitaciones que le imponía su enfermedad y una sociedad estrictamente masculina. Una mujer joven con ribetes narcisistas que habla de sus enamoramientos, sus necesidades y sus deseos con la naturalidad y franqueza que entonces solo lo utilizaban los hombres. Que reflexiona sobre religión, sobre filosofía y sobre política, que analiza el carácter de las personas que conoce, algunas a su vez famosas en la Francia del momento (mantuvo una fluida correspondencia con Guy de Maupassant que también fue publicada en 1891). María habla de sus coqueteos y de sus amores, de sus aventuras y de sus proyectos de matrimonio, que contempla como una forma de conquistar la independencia, prohibida a las mujeres solteras de su tiempo.
La publicación enseguida tuvo un éxito fulgurante, fue traducida a varios idiomas y convertido en un superventas en todo el mundo. Su serenidad ante la muerte, que sabía irremediable e inminente, la convirtió en un modelo para muchos jóvenes. Se cuenta que los estudiantes japoneses que combatieron en la segunda guerra mundial acudieron al campo de batalla con un ejemplar del Diario de María. Simone de Beauvoir lo consideraba “un modelo en su género”. Habrá de pasar un siglo antes de que su obra se conozca en su integridad. Los 84 cuadernos escritos por María se publicarán en Francia en 2005 en 16 tomos.
Utilizó el seudónimo Pauline Orell para escribir Feminista, colaboró también y ayudó económicamente a la revista La Citoyenne (La Ciudadana), altavoz del movimiento feminista Los derechos de las mujeres.
Fue enterrada en el cementerio de Passy de París. Su mausoleo es obra de Emile Bastien-Lepage, quien diseñó una pequeña capilla bizantina en cuyo interior se reproduce el estudio de María en escala real, declarado monumento histórico.
María Bashkirtseff es un acabado ejemplo de genio precoz y de artista malograda.