Si hay un personaje en la capital toscana que represente el poder absoluto este es Cosme de Médici, duque de Florencia. Un personaje así necesitaba una esposa a su altura y fue a encontrarla en Leonor -o Eleonora- Álvarez de Toledo, guapa, rica e hija de Pedro Álvarez de Toledo, virrey de Nápoles, y María Osorio Pimentel. Una VIP de un siglo como el XVI, plagado de figuras importantes. Se casaron en 1539 y vivieron en el Palacio Vecchio, restaurado a su medida, y luego, al Palacio Pitti, adquirido por Leonor. Ambos fueron grandes mecenas de arte, favoreciendo especialmente al Bronzino, que los retrató reiteradamente.
La pareja tuvo once hijos. En este retrato aparece Leonor con todos los atavíos expresivos del linaje: vestido de brocado y vistosas joyas, con un fondo de ultramar, que era el no va más en cuanto a riqueza y el color de los Álvarez de Toledo. Le acompaña el segundo de sus hijos, Giovanni, que murió antes de cumplir los 20 años. El manierismo de Bronzino venía a ser en el siglo XVI lo que el photoshop a la fotografía moderna.