Cada una de las hermanas Dorotea (1904), Adela (1908), Petra (1910) y Ángela (1912) Barnés González merecen un capítulo individual pero en conjunto, expresan mejor que cualquier tratado el esplendor científico que se vivió en España en las primeras décadas del siglo XX y el dramático final de aquella etapa, considerada la Edad de Plata de la cultura española. Las Barnés llegaron al mundo en una familia con inquietudes científicas y republicanas, la pareja formada por Dorotea González y Francisco Barnés, que, además de las cuatro hijas, tuvo tres hijos: Francisco, Urbano y Juan. El padre, catedrático de Historia de instituto, diputado en 1931, ministro de Educación en 1933 y 1936, con Azaña y Casares Quiroga, esperaba de su prole que los hijos se casaran y las hijas estudiaran. En 1918 la familia se traslada definitivamente a Madrid, donde había sido contratado por el Instituto-Escuela.
Dorotea Barnés se licenció en la Universidad Central y asistió a los cursos organizados por Marie Luis Foster en la Residencia de Señoritas. Por mediación de Foster, en 1929 obtuvo una beca del Smith College, en Massachussetts, y, pensionada por la Junta para la Ampliación de Estudios, viajó a Estados Unidos, donde aprendió las técnicas del análisis espectral bajo la dirección de Gladys Anslow, y se especializó en el uso de la Espectroscopia para el análisis químico. En 1930 obtuvo el Master Degree of Science por el Smith Colege y obtuvo una beca para la Universidad de Yale, que era muy estricta en el acceso a las mujeres. En esa universidad realizó un estudio comparativo de los ácidos nucleicos en ciertas bacterias patógenas. Barnés, Foster y Anslow eran consideradas las científicas más avanzadas en el campo de la espectroscopia aplicada al análisis químico.
De vuelta a España, Dorotea trabajó con Miguel Catalán en la sección de Espectroscopía del Instituto Rockefeller, como se conocía al Instituto Nacional de Física y Química. Con ella trabajaban también Rosa Bernís, Josefina González, Pilar de Madariaga, Pilar Martínez, Carmen Mayoral y María Paz García del Valle. Catalán envió a Dorotea a estudiar las nuevas técnicas de la Espectroscopía Raman con el profesor Kohlrausch, en Austria. En 1932 publicó el primer trabajo sobre esta técnica en los Anales de la Sociedad Española de Física y Química y al año siguiente obtuvo la cátedra de Física y Química del Instituto Lope de Vega de Madrid.
En 1933 se casaba con Vicente Delgado de la Iglesia, con quien tuvo una hija, Pilar. Cuando se produjo el levantamiento militar, la familia Delgado Barnés se exilió en Carcasonne (Francia), allí permanecieron hasta 1940. Cuando volvieron a España Dorotea fue depurada y apartada de su cátedra. Permaneció en el país y nunca más volvió a la investigación. Murió en Fuengirola el 4 de agosto de 2003.
Adela Barnés estudió en el Instituto-Escuela y se licenció en Químicas. Entre 1931 y 1936 trabajó como investigadora en la sección de Química del Instituto Nacional de Física y Química, dirigida por el químico Enrique Moles, con quien preparaba su tesis doctoral, que no pudo terminar. Impartió clases de Química en el Instituto-Escuela, donde también había estudiado y fue profesora ayudante de la cátedra de Química Inorgánica en la Universidad de Madrid. Cuando Marie Curie visitó Madrid, Adela fue su guía. En 1929 fue aceptada como socia en la Real Sociedad Española de Física y Química.
La segunda de las hermanas Barnés se encontraba asistiendo a un congreso en París cuando estalló la guerra civil. Permaneció en Francia y, al término de la contienda, fue depurada por el franquismo, prohibiéndola la docencia. Como buena parte de su familia, se exilió en México con su marido, el médico Germán García, donde José Giral, que había sido catedrático, rector de la Universidad de Madrid y ministro, la reclamó como ayudante de Química Inorgánica y Análisis Químico en la Escuela de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, de trabajó hasta su jubilación.
Petra Barnés estudió Farmacia y trabajó en la Universidad Central y en el Instituto Rockefeller. Para entonces su padre ya era ministro, por lo que no permitió que sus hijas pequeñas, Petra y Ángela, optaran a la enseñanza secundaria. Le parecía importuno que consiguieran las plazas, como lo habían hecho sus hermanas, siendo él ministro. Francisco Barnés tenía motivos para saber las posibilidades de sus hijas. En 1932 Adela y Petra obtuvieron premio extraordinario de licenciatura, mientras Dorotea se doctoraba en Químicas, igualmente con premio extraordinario.
En 1932 se casó con Francisco Giral, compañero en el Instituto-Escuela e hijo del entonces ministro de la Guerra, quien enseguida obtuvo plaza de profesor de Química Orgánica en la Universidad de Santiago de Compostela, adonde se trasladó la pareja. También Petra aparece también vinculada. A Francisco se le encomendó la dirección de la Fábrica Nacional de Productos Químicos de La Marañosa en San Martín de la Vega. Por esta razón, se encontraban en Madrid en el momento del levantamiento militar. En mayo de 1937 la fábrica se traslada a Concentaina y con ella, los Giral-Barnés. Allí nacerá su primera hija. Al acabar la guerra se reúnen en París con la familia Giral y luego, con sus dos hijos se refugian en México. Ambos fueron contratados en el laboratorio del Centro Politécnico Nacional. Trabajando juntos descubrieron la fórmula de la giralgenina. Petra trabajó en otros laboratorios hasta su jubilación. Falleció en 1992.
Ángela Barnés optó por las humanidades. Aficionada a la historia del arte, a los 16 años entró en la Escuela de Estudios Árabes. Siguiendo el consejo de Ortega y Gasset, se especializó en lingüística árabe y realizó su tesis sobre alquimia árabe, dirigida por Miguel Asíns Palacios, sacerdote, arabista y luego, académico. En 1935 se casó con Francisco Bozzano Prieto, que había sido compañero suyo en el Instituto-Escuela.
Con la misma brillantez que sus hermanas mayores, consiguió una beca para trabajar con Asins Palacios en la Escuela de Estudios Árabes. Durante la guerra civil vivió en Sanlúcar de Barrameda con la familia de su marido y allí nació su primera hija. En esa ciudad murió en 2010. Ella y Dorotea son las únicas hermanas que permanecieron en España durante la dictadura. Ninguna de las dos volvió a trabajar.
La familia Barnés -imagen de las dos Españas- quedó rota y desperdigada tras la guerra civil española. Los padres, se exiliaron en México y con ellos, Adela, Petra y Urbano. Allí se les reunió más tarde Francisco, después de un tiempo cautivo en España. El hermano pequeño, Juan, murió en combate en 1937. Dorotea y Ángela permanecieron en España, aunque esta, por la profesión del marido vivió muchos años en el extranjero.
Ellos representan también la diáspora de la intelectualidad española y el consecuente empobrecimiento de la estructura científica, que se une al despojo de la vida artística y académica y la reclusión en el ámbito doméstico de mujeres brillantes y valiosas, que quedaron anuladas para siempre. En 1939 llegaban a México 308 científicos españoles, de los que 17 eran mujeres y cinco se dedicaron a la docencia, Adela entre ellas. En otros países, como Argentina, se produjeron movimientos similares.
En 2009, coincidiendo con la presentación del libro Ni tontas ni locas, se rindió homenaje a las hermanas Barnés.
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