La ministra de Justicia y las mujeres de la República

La exhumación de los restos de Francisco Franco -militar que se alzó contra la República, dirigió una guerra civil durante tres años y luego, una dictadura que se prolongó desde 1939 a 1975- y su traslado desde el monasterio del Valle de los Caídos a un panteón familiar se ha realizado bajo la mirada de la ministra de Justicia, como notaria mayor del Reino. La imagen circunspecta de Dolores Delgado era la alegoría de la España actual, democrática, respetuosa con la ley y con las formas, incluso con la familia Franco, tan contraria a estos principios. El protagonismo de la ministra de Justicia enlaza con el de la generación de mujeres de la República, a quienes el franquismo destrozó la vida.

Mientras Delgado observaba impertérrita el discurrir del procedimiento, la zafiedad de los herederos Franco, el paso del féretro de un lugar público a otra privado, pensé en aquellas mujeres a las que el difundo y el régimen que él implantó privaron de su nacionalidad, empujaron al exilio y condenaron a morir lejos de su hogar. Carlota O’Neill, Magda Donato, Luisa Carnés, Concha Méndez, Margarita Nelken, Clara Campoamor, Isabel Oyarzábal, Zenobia Camprubí, María Lejárraga, Federica Montseny, Victoria Kent, Margarita Xirgu y tantas otras. Recordé igualmente a aquellas otras que se quedaron, condenadas a un exilio interior, o volvieron a morir en su tierra pero a quienes el levantamiento militar y sus consecuencias destrozaron sus vidas y sus proyectos: Ernestina de Champourcin, Carmen Baroja, Gloria Fuertes, Elena Fortún, María Teresa León, Justa Freire, María Zambrano…

No solo ellas sufrieron el rigor del nuevo régimen. Varias generaciones de mujeres fueron condenadas a una regresión total, a vivir en un estado de permanente minoría de edad, sin derechos civiles, relegadas a la invisibilidad, pero la relación de mujeres valiosas acosadas o marginadas por el franquismo es expresiva de la enorme pérdida causada.

El pasado es irrecuperable y nada podrá devolver a la sociedad española la riqueza hurtada pero el hecho de que sea una mujer la fedataria de la relegación del dictador al ámbito privado, de donde nunca debió salir, tiene algo de justicia poética y de homenaje a aquellas mujeres.

Deja un comentario