La condesa doña Sancha

Sancha de Aragón (1045-1097), más conocida como la condesa doña Sancha, era hija y hermana de reyes. Su padre, Ramiro I de Aragón; su hermano, Sancho Ramírez. No ocupó el trono pero ejerció el poder político, cultural y eclesiástico.

A los dieciocho años casó con el conde Ermengol III de Urgel, quien previamente había contraído matrimonio con Adelaida de Besalú, a la que había repudiado, y con Clemencia, hija del conde de Barcelona, de la que enviudó. El suyo fue un matrimonio pactado que formaba parte del acuerdo entre el conde de Urgel y Ramiro I, deseoso este de acotar el poder de los condes de Urgel y de Barcelona, y llevaba aparejado el matrimonio de Sancho Ramírez con Isabel de Urgel, hija de Ermengol y Adelaida.

La muerte desbarató los planes de todos ellos. Ramiro murió en la batalla de Graus en 1063 y Ermengol dos años después, defendiendo la ciudad de Barbastro frente a la acometida árabe. Para entonces ya ocupaba el trono Sancho Ramírez, quien optó por acudir a Roma a ponerse bajo la protección del Papa y, de paso, pedir autorización para repudiar a Isabel, con quien había tenido un hijo, permiso que obtuvo. Poco después Isabel se casaba con el conde de Cerdaña, dando materia a los juglares, precursores de la prensa del corazón, que iban y venían cantando las venturas y desventuras de la nobleza.

Ahí tenemos, pues, a Sancha, joven y viuda, de vuelta a Aragón con el título de condesa, dispuesta a trabajar a favor de los intereses familiares, que eran los de conservar la corona y ampliar el reino lo máximo posible. Empezó por hacerse cargo de la educación de su sobrino Pedro, hijo de Sancho e Isabel de Urgel, heredero del trono aragonés. Continuó por asumir las tenencias -propiedades reales- de San Úrbez, Atarés, Santa Cruz de la Serós y San Pedro de Siresa -monasterio masculino e importante centro de poder político y cultural-, de manera que es habitual encontrar su firma en documentos reales, junto a la de su hermano y, luego, la de su sobrino.

Finalmente, ejerció la autoridad episcopal. En los años 1083 y 1084 Sancha desplazó a su hermano García Ramírez como obispo de la diócesis de Pamplona, según documentación de la época. Parece que la razón de esta regencia episcopal obedecía al propósito del rey Sancho de hacer cumplir la disposición papal de sustituir el rito mozárabe por el romano, a la que se oponían el clero aragonés y el propio obispo García, tarea encomendada a la condesa.

Algunas fuentes sugieren que Sancha fue abadesa de Santa María pero no hay constancia de ello, sí de que se asentara en él, lo protegiera y administrara. Al margen de su valor religioso, el monasterio descubre la existencia de una dinastía de mujeres que utilizaron los mecanismos que les confería su rango para ejercer un poder real. En 1078 la condesa intercambió propiedades con el monasterio de Leire o con San Juan de la Peña que favorecían al de Santa María, confirmó la consagración de la iglesia de San Juan de la Peña, donaciones a la catedral de Huesca y el enterramiento de su hermano, ocurrido en 1094.

Tres años sobrevivió a Sancho Ramírez la condesa. Fue enterrada en el monasterio, junto a sus hermanas y su abuela, convertido ya en panteón de las mujeres de la corona aragonesa. Se cree que fue el sobrino, Pedro I, recordando quizá los cuidados que ella le había procurado en la infancia, quien mandó hacer un sepulcro que es una joya del románico. Un sarcófago de dos metros de largo, 0,85 de ancho y 0,58 de alto, esculpido en sus cuatro caras, del que falta la tapa. En la parte derecha del frontal se representa a doña Sancha, sentada en silla de tijera, ejerciendo el poder, acompañada de sus hermanas Teresa y Urraca; en la izquierda un cortejo fúnebre con un obispo en actitud de bendecir. En la escena central, en el interior de una mandorla el alma de la condesa es transportada al cielo por dos ángeles. A los pies, un crismón trinitario y a la cabecera, dos grifos enfrentados. En la parte posterior se representan escenas de caballería.

El sepulcro permaneció en Santa María junto con los de sus hermanas Teresa y Urraca hasta el año 1622, cuando la abadesa doña Jerónima Abarca mandó trasladarlo al monasterio de benedictinas de Jaca. Debió de ser entonces cuando se decidió unir en uno solo los huesos diseminados en otros sepulcros pues cuando se abrió el de doña Sancha se identificaron a través del ADN los restos de la condesa titular, los de sus hermanas y los de su abuela Sancha de Aibar, matriarca de la saga, además de los restos de otras mujeres adultas y de niños varones.

Fuentes: Martínez Jarreta,Mª Begoña. Catedrática de Medicina Legal y Forense. Universidad de Zaragoza. El estudio antropológico y genético de los restos de los reyes privativos de Aragón.

Portee, Kingsley Artur. Arqueólogo e historiador. Universidad de Harvard. La tumba de doña Sancha y el arte románico en Aragón, en traducción del inglés de María África Ibarra y Oros

Laliena Corbera, Carlos. Universidad de Zaragoza. En el corazón del Estado Feudal: Política dinástica y memoria femenina en el siglo XI

Real Academia de la Historia. Biografías. Isabel de Urgell

Foto: Arteguías

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