Sobre la Calderona se han unido leyenda, relatos y verdad de tal manera que hay que adentrarse con cuidado en la selva de versiones que acompaña su biografía. Ni siquiera hay unanimidad sobre su nombre: María Inés o María Juana. Solo un dato es fijo: ella fue la madre de Juan José de Austria, habido con el rey Felipe IV.

María Inés/Juana fue actriz y cantante. Se cree que nació en 1611. O que en este año apareció abandonada a la puerta de la casa de Juan Calderón, hombre relacionado con el teatro, quien la adoptó como hija propia. Su profesión es una de las causas de confusión biográfica pues tuvo otra hermana -María- cómica también, cuyas vidas frecuentemente se mezclan.
En el mundo teatral era conocida como la Calderona. Sus contemporáneos la describen como atractiva y graciosa más que guapa. Actuaba en Madrid en el Corral de la Cruz en 1627 cuando la conoció Felipe IV, rey no muy hábil en el gobierno -tarea que delegó en el conde-duque de Olivares y otros validos- pero un auténtico depredador en materia sexual. Tuvo 15 hijos con sus esposas legales y una treintena de hijos extramatrimoniales, de los que solo reconoció a dos.
Cuando el rey echó los tejos a la actriz ambos estaban casados. Ella, con Pablo Sarmiento, además era amante de Ramiro Núñez de Guzmán, duque de Medina de las Torres, quien un año antes había enviudado de María de Guzmán y Zúñiga, hija del conde-duque de Olivares.
Al entablar relación con el rey hubo de abandonar su exitosa profesión teatral. Ella no se resignó al anonimato, quiso participar en la vida social y exigió disponer de un palco bien situado para seguir los espectáculos que se organizaban en la Plaza Mayor de Madrid. Cuando la reina -Isabel de Borbón- se encontró con su rival exigió al rey un poco de discreción. La actriz fue desplazada a lugar menos aparente, un balcón conocido desde entonces como de Marizápalos, en alusión a su afición a la jarana y a la gresca o a un baile que solía interpretar su ocupante.
El 7 de abril de 1629 nacía el hijo de María Inés/Juana y Felipe IV, que fue registrado como hijo de la tierra, fórmula utilizada para designar a la prole de padres desconocidos, lo que resulta especialmente irónico en este caso, dada la fama de ambos progenitores. Fue su padrino un ayuda de cámara del rey. El niño fue apartado de su madre y encomendado a una mujer residente en León. Muerta esta quedó a cargo don Pedro de Velasco.
Se da la coincidencia de que el 17 de octubre del mismo año nacía el príncipe Baltasar Carlos, príncipe de Asturias, llamado a ser rey de las Españas. La muerte fue más madrugadora y el niño murió sin llegar a cumplir los 17 años. Entre prole tan abundante Felipe IV solo consiguió que llegara a adulto un hijo varón de sus dos matrimonios legales: el enclenque Carlos II, llamado el Hechizado.
La relación de la Calderona y el rey se prolongó hasta 1633. Entonces, siguiendo la pauta no escrita reservada a las amantes reales, fue obligada a ingresar en un convento. Fue recluida en el monasterio benedictino de Valfermoso de las Monjas, en la provincia de Guadalajara.
No se sabe qué ocurrió en los años siguientes excepto tres datos: en 1642 Felipe IV reconoce como hijo suyo al niño nacido de su relación con María Inés. La Calderona fue abadesa de Valfermoso entre 1643 y 1646. El monasterio recibió abundantes riquezas y el título de Real, otorgado por Felipe IV.
Con el tiempo, Juan José de Austria se reveló como un estratega militar. Fue nombrado, entre otras distinciones y empleos, príncipe de la Mar, virrey de Sicilia y de Cataluña, y gobernador de los Países Bajos.
La mayoría de sus biografías sostienen que la Calderona murió en el monasterio hacia 1646. En el filo de la leyenda corrió la voz de que, harta de su reclusión, huyó del convento y se puso al frente de una partida de bandoleros en los montes del norte de Valencia. Convertida en personaje popular, la coplilla la recuerda por sus conquistas sentimentales:
Un fraile y una corona, / un duque y un carterista, / anduvieron en la lista / de la bella Calderona.