Justa Freire solo quería ser maestra

Justa Freire (Moraleja del Vino, Zamora, 4 de abril de 1896-Madrid, 15 de julio de 1965) era una perfecta desconocida para los españoles del siglo XXI y hubiera seguido siéndolo si el Ayuntamiento de Madrid no hubiera tenido la idea de dar su nombre a una calle que hasta entonces llevaba el del general Millán Astray, jefe de la Oficina de Prensa y Propaganda durante la guerra civil, entre otros méritos relacionados con la dictadura.

¿Y quién es Justa Freire? Una pedagoga de la generación de maestros de la República que creyeron que la cultura era el camino más seguro hacia la libertad, de la misma generación que perdió la guerra y sufrió sus consecuencias: fue depurada, privada de sus derechos laborales y apartada de la docencia.

Alentada por las mujeres de su famlia, su made y una tía, estudió magisterio, opositó y obtuvo la plaza de maestra nacional en 1918. Ese mismo año se afilió a la Unión General de Trabajadores. Tras un breve paso por la escuela de Casillas (Ávila), en 1921 consiguió plaza en el madrileño Grupo Escolar “Cervantes”, del barrio obrero de Cuatro Caminos. El centro estaba vinculado al Instituto Libre de Enseñanza que proponía nuevos métodos pedagógicos: una mayor relación de la escuela con la familia y con los antiguos alumnos, escuela maternal, formación contínua del profesorado, etc.

Ella misma viajó a Bélgica y Francia para mejorar su formación pedagógica, becada por la Junta de Ampliación de Estudios; se graduó en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio e impartió cursos a otros maestros. Fue una de las primeras mujeres que dirigió un equipo de docentes formado por hombres cuando en 1933 fue nombrada directora del Grupo Escolar Alfredo Calderón de Ciudad Jardín. Publicó algunas de sus experiencias pedagógicas en la revista Escuelas de España y participó como maestra en las Misiones Pedagógicas.

En 1936, ante la proximidad del ejército sublevado, se cerró el grupo escolar que dirigía y se evacuó a Valencia al alumnado. El gobierno encomendó entonces a Freire la colaboración con Ángel Llorca, el director del Grupo Escolar Cervantes, en las Comunidades Familiares de Educación, que estaban creándose entonces. Enseguida fue ascendida a inspectora de Colonias, delegada regional de la Infancia Evacuada y acabó siendo delegada nacional.

Pagó caro su compromiso pedagógico. En mayo de 1939, recién concluída la guerra, fue detenida y en septiembre de ese año condenada en consejo de guerra a seis años de prisión. La dictadura puso especial cuidado en purgar a los docentes de la República. Aprovechó los dos años que pasó en la cárcel de mujeres de Ventas -donde coincidió con las llamadas Trece Rosas- para ejercer la docencia con sus compañeras presas, muchas de ellas analfabetas.

Tan pronto como salió de la cárcel siguió dando clases particulares, puesto que había sido inhabilitada como maestra nacional. En 1944 fue contratada como secretaria en el Colegio Británico de Madrid, aunque acabó impartiendo clases. En 1953 se le permitió recuperar su puesto de maestra nacional, con la prohibición de ejercer la docencia en Madrid y perdiendo todos los derechos que tenía adquiridos, incluido el de antigüedad. En 1954 le fue asignada plaza en el Grupo Escolar Padre Algué de Manresa (Barcelona). En 1958 fue destinada al Centro de Orientación Didáctica del Servicio Nacional de Magisterio en Madrid. Siguió dando clases en el Colegio Británico y escribió algunas colaboraciones en la revista El Magisterio Español.

Murió en 1965, sin llegar a conocer los cambios que se avecinaban en la sociedad española y muy especialmente en la enseñanza pública. Tendría que pasar más de medio siglo para que Justa Freire, y otras maestras republicanas como ella, recibieran el homenaje de la Unión General de Trabajadores en las jornadas “Diarios de Libertad: maestras y pedagogas de la República. Parece justo que, 53 años después de su muerte, lleva su nombre una calle de Madrid, la ciudad donde se le prohibió ejercer la docencia a ella, que solo quería ser maestra, tener trabajo y paz. Lo más parecido a la antítesis de Millán Astray.

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