Josefa Massanés i Dalmau (Tarragona, 19 marzo 1811- Barcelona, 1 julio 1887) es una escritora romántica -coetánea de Gertrudis Gómez de Avellaneda y de Carolina Coronado- que compaginó una encendida defensa del derecho de las mujeres a la educación y unas firmes convicciones religiosas que aconsejaban a las mujeres discreción y docilidad. Está considerada la decana de las poetisas catalanas.
Sus padres, José Massanés y Francisca Dalmau, le inculcaron la curiosidad intelectual, el liberalismo en política, el amor a su tierra y la religiosidad. Huérfana de madre muy pronto, pasó a vivir con sus abuelos, ya que la profesión militar de su padre le obligaba a constantes desplazamientos. Dedicó su primera juventud a las tareas domésticas, a cuidar de la abuela y a leer. Alentada por su padre, aprendió francés, italiano y latín de forma autodidacta y empezó a escribir.

En 1830 José fue condenado a muerte por sus ideas liberales y, ayudado por su hija, huyó a Francia, donde permaneció hasta 1833, cuando murió Fernando VII y fue indultado. Recuperada la vida familiar, Josefa se dedicó a escribir. Un año después, el periódico El Vapor publicaba su primera poesía, identificando a la autora con sus iniciales. En septiembre de 1835 el mismo periódico publica Himno Guerrero, aclarando que los versos han sido “improvisados por una señorita liberal al recibirse la noticia del decreto de Toreno”. Rara osadía la de Josefa, adentrarse en temas políticos, un ámbito tan masculino.
El periódico seguiría acogiendo los versos de Massanés pero tardaría dos años en aclarar que la autora que escondían las iniciales era “la decana de las letras españolas del siglo XIX”. Finalmente, Josefa se decidirá a firmar con nombre y apellido el poema “A la incomparable doña Matilde Díez de Romea”.
Las revistas El Guardia Nacional y La Religión publicaron sus composiciones entre los años 1837 a 1840, en las que la escritora abarca una pluralidad de temas, con espíritu crítico e intensidad conceptual. Con el poema Un beso maternal tendrá un éxito extraordinario. Se publicará en muchos periódicos nacionales y, traducido al inglés, el gobierno de Estados Unidos lo incluirá en las lecturas recomendadas en los centros norteamericanos de educación primaria. El reconocimiento popular se unirá a la admisión en algunas de las instituciones públicas catalanas: la Sociedad Filodramática (1837) y la Academia de Buenas Letras de Barcelona (1838).
En 1841 publica el libro Poesías, con un Discurso preliminar a modo de prólogo en el que habla sobre la situación de las mujeres y reclama su emancipación intelectual, la necesidad de que accedan al conocimiento y a la escritura. Por si acaso, se adelanta a las críticas: “Tampoco teman que la instrucción en el bello sexo redunde en contra de sus ocupaciones domésticas”. Los versos tuvieron mejor recibimiento que el prólogo.
Durante un tiempo se ennovió con el también escritor Jaime Tió pero finalmente, en 1843 se casó con Fernando González de Ortega, capitán de Infantería, al que acompañó en sus sucesivos destinos militares. Los dos primeros años de casados vivieron en Madrid, lo que brindó ocasión a Josefa de contactar con los escritores de la capital, de darse a conocer y de ser admitida en el Liceo Artístico-Literario de Madrid.
Fue un periodo de gran actividad literaria y social. Se dio a conocer en la prensa madrileña con la publicación de La voz de Dios y ¡Oh padre mío!, fue invitada a participar en el Álbum a la reina Isabel II por su mayoría de edad (1843), asistió a los festejos en honor de la reina, quien felicitó a ella y a Gertrudes Gómez de Avellaneda por la lectura de sus poemas.
Por un tiempo se produjo una eclosión de mujeres escritoras, algunas de ellas, con Massanés, reunidas en el volumen El pensil del bello sexo. También Carolina Coronado publicó a partir de 1857 su Galería de poetisas españolas contemporáneas.
De vuelta a Barcelona, retoma su círculo literario, donde ya es una figura notable. Aprovechó el siguiente destino en el Pirineo catalán para estudiar historia natural, astronomía y la Biblia, que tuvo siempre como su lectura favorita y que plasmó en poemas como Flores marchitas y Cantos bíblicos. De hecho, fue una de los dirigentes del movimiento católico femenino catalán.
Con sus poesías en catalán contribuyó al desarrollo del movimiento literario conocido como la Renaixança: La roja barretina catalana, Castas espinas o Poesíes. Su poemario Creure és viure obtuvo el primer premio en los juegos florales de 1863.
Josefa fue una mujer de coraje, demostrado no solo en su decisión de dedicarse a la literatura, una profesión considerada impropia de mujeres, sino en su disponibilidad para resolver situaciones de crisis. Ayudó a su padre a escapar cuando fue perseguido y, cuando en 1869 de nuevo los acontecimientos políticos afectaron a la carrera política de su marido, abrió un colegio para señoritas, al tiempo que ayudaba a Clotilde Cerdá -conocida como Esmeralda Cervantes- en su Academia de Artes y Oficios. El colegio tuvo un gran éxito, que ella apenas pudo disfrutar pues en 1872 murió su marido, a quien se encontraba muy unida. En 1853 la pareja había adoptado un niño: Luis Socías y Salvani.
La pesadumbre ocasionada por la muerte del marido la mantuvo alejada de la poesía durante cinco años. En 1878 publica sus nuevos poemas: Frutos de otoño. A lo largo de los siguientes años seguirá escribiendo y publicando en obras colectivas y antologías, siempre como una figura destacada y reconocida. Massanés abordaba en sus poemas todo cuanto tenía algún interés social o personal: el amor, la patria, la religión, la situación social o la de las mujeres, utilizando para expresarse una gran riqueza formal y modernas innovaciones métricas.
Siguió escribiendo hasta el último día de su vida, el 1 de julio de 1887, dejando un libro inédito.