Isabel Zendal

Isabel Zendal (Santa Mariña de Parada, Ordes, La Coruña, 26 de febrero de 1773-Puebla de los Ángeles, México) es una de esas mujeres ignoradas por los relatos épicos siempre escritos por los hombres, sin embargo, su intervención fue decisiva en el éxito de la Expedición Balmis que a comienzos del siglo XIX llevó la vacuna de la viruela al continente americano y Filipinas.

De Zendal se conoce que fue la segunda de los nueve hijos nacidos en el matrimonio de Jacobo Zendal e Ignacia Gómez, que la madre falleció durante la epidemia de viruela de 1786, que desde muy joven se puso a trabajar, que a los 20 años tuvo un hijo, Benito Vélez, que unas fuentes aseguran que era natural y otras que era adoptado, y que en 1800 entró a trabajar como enfermera, rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña con un salario mensual de 50 reales y media libra diaria de pan. Con el tiempo, aumentarían los extras salariales: media libra diaria de pan para el hijo, media libra de carne al día y 16 reales al mes por el arreglo de la ropa de los trece niños acogidos en el hospicio.

Así discurría su vida cuando en 1803 los médicos Francisco Javier Balmis y José Salvany organizaron la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, una iniciativa que pretendía distribuir en los países americanos dependientes de la corona española la vacuna de la viruela descubierta seis años antes por el médico inglés Edward Jenner. La viruela era una de las enfermedades más contagiosas y letales de la época, con una tasa de mortalidad del 90% en todos los estratos sociales. De viruela había muerto el rey Luis I de España, un año después de su coronación, y se atribuía a la viruela la muerte del 20% de la población azteca.

La vacuna se trasladó en vivo, a partir de dos niños inoculados con ella, que fueron produciendo llagas cuya fluido era inoculado a otros dos niños hasta los 22 que participaban en la expedición de la corbeta María Pita, que partió de La Coruña el 30 de noviembre de 1803. Se había intentado que la participación fuera voluntaria pero al no encontrarse familias dispuestas a que sus hijos corrieran semejante riesgo, se recurrió a huérfanos acogidos en la Casa de Expósitos regido por Zendal y en otros hospicios gallegos, con edades entre los 4 y los 10 años.

En el proyecto inicial no estaba prevista la participación de Isabel Zendal, pero el hecho de que uno de los niños falleciera en sus brazos cuando se dirigían a embarcar en el puerto, aconsejó la incorporación de una presencia femenina que ofreciera a los niños confianza y cariño maternal. Balmis, como director de la expedición, contrató a Zendal en calidad de enfermera, con un sueldo de 3.000 reales para su habilitación y 500 pesos anuales, el mismo que recibirían los hombres con su formación y funciones equiparables. Ella fue la última persona en incorporarse a la expedición humanitaria.

La función de los enfermeros era procurar el aseo de los niños, la organización del grupo y su cuidado para proteger la cadena profiláctica. Isabel tenía además la tarea específica de acompañar, entretener y tranquilizar a los niños durante el viaje. La profesionalidad con que realizó esta función le valió los elogios generales de los expedicionarios, expresados en los informes oficiales como “abnegada rectora, madre de los galleguitos y mujer de probidad”.

La primera escala de la Real Expedición fue en Canarias, de donde partió el 6 de enero de 1804 llegando a Puerto Rico a primeros de marzo y a Caracas el día 20 de ese mes. Allí, la expedición se divide en dos para acelerar el proceso, una dirigida por José Salvany se dirige a América del Sur y otra al mando de Balmis pone proa a Cuba y Nueva España. En esta irán Zendal y su hijo. La misión de la expedición no se limitaba a vacunar sino que instruyeron al personal local para que en adelante fueran ellos quienes se encargaran del proceso de vacunación.

Llegarán a México el 9 de agosto de 1804, la rectora y los niños se instalan en el hospicio de la ciudad mientras los miembros de la expedición se dedicarán a vacunar por todo el territorio de Nueva España. Terminada esta fase, el 7 de febrero de 1805 la expedición, ahora con niños mexicanos, sigue rumbo al Pacífico a bordo del navío Magallanes. El viaje a Filipinas fue accidentado, desembarcaron el 15 de abril y, como había ocurrido en la primera etapa del viaje, la rectora y los niños se instalan en el hospicio de Manila. Las especiales condiciones geográficas del archipiélago retrasaron el proceso de vacunación en Filipinas, finalmente, el 14 de agosto de 1809 la expedición volvió a Acapulco.

Balmis había llegado a Cantón, Macao y a la isla de Santa Elena y retornado a España en septiembre de 1806, donde fue recibido como un héroe. El rey Carlos IV le nombró cirujano de Cámara e inspector General de la Vacuna en España. Se calcula que la Real Expedición vacunó directamente a unos 250.000 personas. En ocasiones, se utilizaron soldados, incluso esclavos, como transmisores. Ninguno de los niños que partieron de La Coruña en 1803 volvieron a España.

De vuelta a México, el equipo se dispersa y se pierde la pista de Isabel Zendal. Se cree que los problemas políticos y las luchas independentistas impidieron su vuelta a España y que ella y su hijo se quedaron en Puebla. Los últimos datos conocidos datan de 1811 cuando solicita la pensión de tres reales mensuales a la que tenía derecho su hijo por ser uno de los portadores de la vacuna, que las Cajas Reales de Puebla no les pagaban. Magra paga a una mujer cuya aportación generosa se consideró decisiva en el éxito de la expedición.

Fuentes: http://www.isabelzendal.com/indexphp/isabel_2/index.htmlhttp://dbe.rah.es/biografias/52862/isabel-zendal-gomez

Foto: España Global. Ministerio AAEE

Si te interesa el personaje, quizá te guste: http://www.parlamentodegalicia.es/sitios/web/Publicacions/Libro_Castellano_Isabel_Zendal.pdf

Deja un comentario