Halma Angélico

Halma Angélico es el seudónimo que utilizó la escritora, autora y directora teatral María Francisca Clar Margarit (Palma de Mallorca, 1888-Madrid, 9 de noviembre de 1952). Fue una feminista católica, siempre observada con suspicacia por su origen burgués y sus convicciones religiosas. Una densa capa de olvido cubre su nombre y su obra.

Por la profesión militar del padre, Francisco Clar Ryus, que había sido destinado en Filipinas, pasó sus primeros años en la antigua colonia española. Tras la independencia, la familia se instaló en Madrid, donde María Francisca estudió Arte Dramático. Se casó a los veintiún años, tuvo dos hijos y se separó muy pronto.

Para mantenerse ella y a sus hijos comenzó a colaborar en la prensa madrileña -ABC, Heraldo de Madrid, Mujer, Mundo Femenino, Blanco y Negro, etc- y en periódicos hispanoamericanos. Su inquietud social le llevó a fundar un Hogar Sudamericano para exiliados. En la década de los treinta también se vinculó con las organizaciones feministas -Asociación Nacional de Mujeres Españolas, Lyceum Club Femenino-. Su aguda inteligencia y buena prosa y su actividad política enseguida la convirtieron en una figura intelectual de alcance nacional.

En sus obras dramáticas desarrolló una concepción ideológica muy avanzada, pero lo hizo desde una perspectiva de mujer católica. Tijuana Limic, que ha escrito una tesis doctoral –Halma Angélico y la búsqueda de la Humanidad– sostiene que la escritora “participa de una historia de intelectuales feministas católicas cuyos inicios se remontan al siglo XV, con Isabel de Villana, y que en el XIX se ve consolidada con mujeres de la estirpe de Concepción Arenal y otras que alcanzaron una importancia social significativa”.

En toda su obra se percibe una constante: la defensa de los derechos de las mujeres, la maternidad, la independencia femenina, conjugando una posición radical con sus convicciones religiosas. Criticó la doble moral burguesa y la situación estructural de inferioridad social de las mujeres españolas. Firmó sus primeras obras con el seudónimo Ana Ryus: Los caminos de la vida (1920) y Berta (1922), obras que posteriormente revisó y publicó ya con su seudónimo conocido de Halma Angélico como Entre la cruz y el diablo (1932) y La nieta de Fedra (1929), respectivamente. El 1 de junio de 1936 dirigió la obra Coro de mujeres de Enrique Bayarri en el Lyceum Club Femenino, cuya sección literaria y teatral también dirigía.

En 1934 escribió la comedia Al margen de la ciudad, en la que aborda los condicionantes educativos y sociales que obligan a las mujeres a ocultar sus impulsos sexuales, y en la que proponía un desnudo integral en escena. Fue publicada en un volumen antológico junto a las autoras Matilde Ras y Pilar Valderrama. En el Madrid bombardeado de 1938, el 15 de agosto estrenó en el teatro Español la obra Ak y la humanidad, inspirada en un cuento del ruso Jefin Sosulia, donde se plantea si para construir un mundo ideal cabe la eugenesia y concluye que la educación es la única vía para alcanzar una sociedad mejor. Los anarquistas quisieron ver en la obra una crítica a sus postulados y quizá una llamada de atención, aunque elusiva y prudente, sobre la necesidad de frenar la política de terror indiscriminado que se estaba produciendo en el Madrid republicano, como apunta Tijana Limic. La obra fue bien recibida por el público pero la autora recibió duras críticas y presiones del sindicato anarquista y la representación fue retirada nueve días después. Halma, que al estallar la guerra civil se había afiliado al Sindicato de Autores de la anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), los escribió una carta denunciando que de haber sido hombre no hubieran presionado como lo habían hecho con ella y se dio de baja en el sindicato.

Escribió asimismo novelas y cuentos: El templo profanado (1930), La mística (1932), La desertora (1932) y Santas que pecaron (1935). Los críticos utilizaron su origen burgués y católico para desacreditar su compromiso intelectual y social.

Permaneció en Madrid los tres años de la guerra, al término de la cual fue encarcelada, procesada y más tarde exculpada. En esta ciudad residió, sin volver a publicar, hasta que le sobrevino la muerte, el 9 de noviembre de 1952, algunos años después de que se hubiera producido esa suerte de muerte civil que es el aislamiento y el olvido, al que, como a Halma Angélico, el franquismo y la dictadura condenaron a una generación entera de mujeres valiosas.

Fuentes: Real Academia de la Historia. María Francisca Clar Margarit

Limic, Tijana. Mujeres del teatro español entre 1918-1936. Halma Angélico y la búsqueda de la Humanidad.

Foto: El País

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