Giovanna de Albizzi fue lo que hoy llamaríamos una influencer. Nacida en la poderosa familia de la nobleza florentina, los Albizzi, fue a emparentar con otra familia no menos rimbombante, los Tornabuoni, emparentados a su vez con los Médici. El no va más del Quattrocento. Cómo sería el enlace que la decoración nupcial corrió a cargo del mismísimo Botticelli, en la que la novia estaba representada directamente por Venus. Ocurría eso en junio de 1486 y al año siguiente la joven Giovanna daba a luz a su primer hijo, Giovannino. Moría al año siguiente, en el parto de su segundo embarazo. Está enterrada en Santa María de Novella de Florencia.
Guirlandaio la retrató en el Nacimiento de la Virgen y en la Visitación. En esta obra con el mismo ropaje que en el retrato que abre este comentario, probablemente realizado después de su muerte. Aquí, Giovanna posa al estilo Quattrocento, de perfil, con los cabellos recogidos en la nuca, rodeada de los objetos simbólicos que remiten a su estatus. Para que no queden dudas, el cartel escrito en latín define a la dama: «Arte, quisiera el cielo que pudieses representar su carácter y virtud; no habría en la tierra pintura más bella.
Podéis pasaros a visitarla en el museo Thyssen de Madrid.