
Las beguinas eras mujeres libres, creyentes pero laicas, no sujetas a la tutela eclesiástica, se reunían para vivir en comunidad sin votos religiosos y dedicaban su vida a ayudar a ancianos, desamparados, enfermos, niños y mujeres pero también se dedicaban al arte y a la literatura y realizaban santa la labores manuales, actividades con las que se mantenían.
En ocasiones eran mujeres que se refugiaban en el beguinaje mientras sus maridos hacían la guerra pero también había viudas o solteras. Unas y otras podían abandonarlo con la misma libertad con la que entraban, sea para contraer matrimonio, sea para reanudar la vida familiar a la vuelta del guerrero.
El beguinaje arranca de la Edad Media y, especialmente en los Bélgica y Países Bajos, fue una forma de vida arraigada y respetada. En algunas ciudades se conservan las instalaciones que utilizaban las beguinas reconvertidas en residencias estudiantiles, caso de Lovaina, o en residencias para mujeres, como en Ámsterdam, a la que corresponde la foto. El beguinaje fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998.
En Delft -ciudad natal de Vermeer- se recuerda a Gertruit, beguina venerada como santa en el siglo XIV.
En abril de 2013 los medios dieron cuenta de la muerte de la última beguina, Marcella Pattyn, de 92 años.