Una de las lecciones de la historia es que incluso en los momentos más oscuros surgen mujeres luminosas capaces de alumbrar el entorno donde les toca vivir. Es el caso de Ermesenda -o Ermesinda- de Carcasona (972-1057). Hija del conde de Carcasona, casó con Ramón Borrell, conde de Barcelona, y cogobernó en los condados de Barcelona, Gerona y Osona. Mujer de carácter, ejerció el poder, acompañó a su marido en la guerra e hizo justicia en el mismo plano que su marido o por sí misma, en ausencia de aquel. Su nombre aparece en los documentos de la corte.

Cuando enviudó de Ramón Borrel gobernó primero en nombre de su hijo, Berenguer Ramón I, y, al morir este, cogobernó con su nieto, Ramón Berenguer I, incluso después de su mayoría de edad. Protectora de la iglesia, consiguió que el nieto fuera excomulgado por repudiar a su mujer para casarse con Almodis de la Marca.
En 1056, abuela y nieto hicieron las paces y Ermesenda cedió sus derechos en el condado de Barcelona y sus posesiones y se comprometió a que el papa levantara la excomunión que pesaba sobre el matrimonio de Ramón Berenguer y Almodis. Con las 1.000 onzas obtenidas por indemnización mandó construir el tabernáculo de la catedral de Gerona, a la que favoreció generosamente y donde está enterrada.