Elena Jordi es una mujer polifacética: fue actriz, empresaria teatral, productora y la primera directora cinematográfica española. Conoció el éxito en todas actividades que emprendió pese a lo cual murió en el olvido. Y ahí sigue.
Nacida Montserrat Casals y Baqué (Cercs, 20 de noviembre de 1882-Barcelona, 5 de diciembre de 1945), era la segunda de las tres hijas que tuvieron Buenaventura Casals y María Baqué, él, hombre emprendedor, ella, mujer activa socialmente. En 1901 la joven Montserrat casó con Josep Capellera, veterinario, pocos días antes del nacimiento de su primera hija. Dos años después nacía la segunda y al año siguiente la pareja se separaba. En 1905 moría Buenaventura y Montserrat se traslada a Barcelona con sus hijas, su madre y su hermana pequeña, Tina.
En la ciudad la familia se hace cargo de un estanco situado en la esquina de las calles Boquería y Rauric. Dando prueba del dinamismo familiar, las mujeres convirtieron el establecimiento en un punto de reunión y tertulia concurrido por personajes conocidos del mundo cultural, artístico y periodístico barcelonés. Uno de estos asistentes será decisivo en la vida de Montserrat: Alexandre (Jandru) Soler Maryé, hijo del escenógrafo Francesc Soler i Rovirosa, quien le introdujo en el ambiente teatral, sería su amigo y compañero, a la vez que traductor, escenógrafo, director artístico y consejero económico, compartiendo con ella éxitos y fracasos.

Convertida ya en Elena Jordi, en 1908 la joven debuta como actriz en pequeños papeles sin texto. Actúa en el Teatro Íntimo de Adrià Gual, con Margarita Xirgu como primera actriz, o en el Gran Teatro Español del Paralelo, considerado la catedral del vodevil catalán. Conoció a escritores como Santiago Rusiñol, quien le asesoró atinadamente. Actuó también en las compañías de Enric Borrás y de Josep Santpere. Pronto se reveló como la actriz favorita del Paralelo, la arteria barcelonesa del vodevil y la revista. En 1914 formó su propia compañía, la Compañía Catalana de Vodevil Elena Jordi. Como empresaria refinó este tipo de espectáculos siguiendo el modelo de Paris, adonde viajó con frecuencia. La crítica, que había alabado su belleza y elegancia, pasó a elogiar sus cualidades interpretativas. Elena obtuvo éxitos rotundos con Salomé, de Oscar Wilde, La lepra, de Rusiñol, o La mujer desnuda de Henry Bataille, donde hacía honor al título, lo que le valió que la censura suspendiera alguna representación.
A partir de 1916 empezó a colaborar con Studio Films y a actuar en el cine, con su hermana Tina, que también se había iniciado en el mundo del espectáculo. Mujer emprendedora como era, en 1918 se embarcó en la producción y dirección de Thaïs, un corto basado en la ópera de Jules Massenet, reservándose el papel protagonista, lo que la convierte en la primera mujer española en dirigir una película. No es posible juzgar esta primera y única obra de Jordi pues no se conserva ninguna copia aunque existe constancia suficiente de su existencia por las reseñas de prensa, en la base de datos del Ministerio de Cultura y en las investigaciones de María Concepción Martínez Tejedor, recogidas en su obra Directoras. Pioneras del cine español. De los años veinte a los años sesenta. La investigadora Irene Melé Ballesteros publicaba en 2013 una tesis de máster en la Universidad de Massachusetts -Elena Jordi y el mito de Thaïs- en la que estudia la repercusión de la película.
Curiosamente, en 1917 el director italiano Anton Giulio Bragaglia había dirigido una película futurista titulada Thaïs o Pérfido encanto, que sí se conserva.
En 1918, cuando disfrutaba del triunfo como actriz y empresaria quiso construir un teatro en la Vía Layetana que llevara su nombre. El edificio se construyó, efectivamente, pero entonces algo había cambiado en el interés de Elena. Sea que se sintió más atraída por la industria del cine, sea que ese mismo año murió su amigo Jandru Soler, víctima de la llamada gripe española, el hecho es que abandonó el proyecto. El edificio proyectado como teatro se convirtió en el Pathé Palace y a partir de 1940 en el Palacio del Cine.
Algo verdaderamente trascendente para ella debió ocurrir en ese tiempo porque a partir de entonces empezó a alejarse del espectáculo. Su última actuación se registra en 1929 en el Teatro Goya de Madrid. En 1945, cuando le llegó la muerte, era ya una persona anónima. Solo la insistencia de su paisano Josep Cunill y Casals, autor de la biografía Elena Jordi: una reina berguedana a la cort del Paral-lel, localizó el nicho donde descansan sus restos en el cementerio de las Corts de Barcelona.
Si te interesa el personaje, quizá te guste:

reinteresante
quieres salir conmigo??