El rapto de Europa es un motivo recurrente en la pintura europea. Parte del relato que Ovidio hace en Las metamorfosis, según el cual Júpiter, enamorado de Europa, hija del rey de Tiro, se transformó en toro y se mezcló con el ganado en la ribera donde la joven pasaba el rato con sus amigas. Como el animal destacaba sobre los otros por la blancura de su piel y por su cornamenta corta, lisa y de color de la perla, Europa le cubrió de flores. Como el toro parecía dócil, se sentó en su lomo, momento que Júpiter aprovechó para salir huyendo llevándose a Europa.

La versión del mito de Simon Vouet, que cuelga en el Museo Thyssen, presenta el momento del encantamiento previo al rapto y muestra al toro babeante y con mirada lasciva.
Sabido es que los mitos ocultan una advertencia en su aparente irrealidad. Convendría recordarlo en esta jornada electoral de domingo.