Cesárea Garbuno Arizmendi (Rentería, Guipúzcoa, 25 de febrero de 1846-San Sebastián, 26 de enero de 1933) vino al mundo en una familia acomodada, terrateniente y rentista, y, pudiendo acomodarse al confort de una vida ociosa, se hizo una mujer tan adelantada y moderna que se convirtió en empresaria de la primera refinería de petróleo de España.
A los diecisiete años casó con Ramón Londaiz, de familia de comerciantes, propietaria del primer taller textil de Rentería y uno de los más grandes de España, dedicado a la producción de mantelerías y sábanas, que daba empleo a tres centenares de trabajadores.
Parece que la familia de la novia veía con reticencia el enlace por el hecho de que, pese a la buena posición económica del pretendiente, se dedicara a dirigir su empresa en vez de vivir de las rentas. Algo de cierto hubo pues Cesárea no volvió a utilizar el apellido familiar y, a la muerte del marido, siempre firmó como viuda de Londaiz. Aparte de la inteligencia natural de la que Cesárea dio sobradas muestras, algo aprendería junto a Ramón, quien debió tener un excelente olfato empresarial, pues enseguida comprendió que el alumbrado público iba a demandar el suministro permanente de carburante, lo que le llevó a constituir una sociedad con otros tres empresarios, con el objeto social de la venta de petróleo, carbón mineral y grano. Falleció en 1881, dejando a Cesárea viuda y con dos hijos menores a su cargo: Eugenio y María, de catorce y ocho años, respectivamente.
Cesárea sustituye a su marido al frente de los negocios y dos años después, en 1883, con Luciano Mercader, uno de los socios de Ramón, crea una empresa dedicada a la “compra, refinación, expedición y venta de petróleo y cualesquiera otros aceites minerales”. La empresa Luciano Mercader y Viuda de Londaiz tenía un capital social de un millón de pesetas, aportado al 50% por cada uno de los socios, se estableció en Pasajes y sería la primera refinería española.
La industria petrolífera era todavía novedosa -los primeros pozos de petróleo se habían excavado en Pensilvania en 1859- y enseguida se vio que “el aceite de piedra” -la parafina- podía sustituir con ventaja al carbón y la grasa de ballena que se venían utilizando para la iluminación. Por entonces y hasta finales de siglo la gasolina se desechaba, considerada un subproducto de refino sin ninguna utilidad práctica. En 1893 los socios adquieren en Inglaterra un barco para transportar el petróleo desde Estados Unidos a la refinería de Pasajes. Bautizado como San Ignacio, en honor del jesuita patrón de Guipúzcoa, ese fue el primer petrolero español. El buque tuvo una vida accidentada: en 1897 explotó en el mismo puerto de Pasajes; reflotado y reparado, desapareció en alta mar en el invierno de 1912 cuando navegaba rumbo a Filadelfia. Nunca más se supo de él ni de los trece marineros que iban a bordo.
Cuando en 1914 fallece Luciano Mercader la empresa pasa a denominarse Viuda de Londaiz y Sobrinos de L. Mercader. Entre sus activos contaba con una flota de camiones cisterna y de gasolineras y varias marcas comerciales, como Autorina, Aviorina y Petróleo la flor. Durante la dictadura de Primo de Rivera hubo integrarse en la recién creada CAMPSA (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos Sociedad Anónima), lo que obliga a Cesárea a cambiar de estrategia empresarial.
La petrolera no había sido la única de sus actividades empresariales, también se había dedicado a la producción harinera, partiendo del molino La Fanderia, que había aportado como dote en su matrimonio. En 1908 había fundado Londaiz, Ubarrechena y Cía. con su hijo Eugenio y otros socios para explotar esa fábrica y otra localizada en Hernani. Era además una importante accionista de Papelera Española.
El éxito empresarial le permitió adquirir en 1887 una villa construida por el duque de Baena -uno de los amantes de Isabel II- en la zona de Miraconcha, enfrente de la Casa Real de Baños de la plaza de la Concha de San Sebastián, frecuentada entonces por la reina regente María Cristina de Borbón.
Cesárea murió a los ochenta y siete años, tras una vida plena, dedicada a la actividad empresarial, entonces inusual entre las mujeres. Su petrolera dio prueba de estar asentada en tan buenos cimientos que ha llegado hasta hoy, dedicada a la distribución de combustible en el País Vasco. Así que si en algún momento os cruzáis con uno de los camiones de Viuda de Londaiz y Sobrinos de L. Mercader, S.A. recordad que la viuda fue Cesárea Garbuno, una mujer decidida, inteligente y pionera, la primera empresaria petrolera en España.
Fuentes: https://www.mineco.gob.es/stfls/mineco/ministerio/ficheros/libreria/Indice_Mujeres_emprendedoras.pdf. Autores: Santiago Asensio Merino, Lola Horcajo Calixto, Juan José Fernández Beobide
http://dbe.rah.es/biografias/136661/cesarea-garbuno
Foto obtenida en la Real Academia de la Historia