Ceija Stojka, testigo de cargo

En la planta tercera del Museo Reina Sofía hasta el 23 de marzo hay varias salas dedicadas a Ceija Stojka. Cuadros coloristas, alegres, junto a otros sombríos, oscuros, amenazantes, en un estilo entre figurativo, expresionista y naif. ¿Quién es esta artista a la que el museo reserva tamaño despliegue?

Ceija Stojka (Kraubath, Austria, 23 de marzo de 1933-Viena, 28 de enero de 2013) fue una mujer gitana lovara, deportada a los diez años, pasó por tres campos de concentración nazis, donde vio morir a miles de personas. Su padre fue muerto en Dachau.

Esto ha pasado, es el título de la exposición del Reina Sofía. Y efectivamente, ahí está la infancia alegre y despreocupada de la familia Stojka, en plena naturaleza, con sus carromatos, sus caballos y animales de corral, los cielos rosas y anaranjados. Está también el tiempo de ocultamiento, después de que el padre hubiera sido llevado a Dachau y la familia se ocultara en los bosques, lienzos donde los rostros aparecen entre los arbustos.

En 1943 la madre y los hijos son llevados a Auschwitz, llamado también el campo de las familias gitanas.De allí pasarán a Ravensbrück en 1944 y a Bergen-Belsen en 1945, de donde fueron liberados por las tropas británicas. A este periodo corresponde lo más tétrico y oscuro de su producción, siempre bajo su mirada infantil, incluida la obra Z 6399, donde se contempla el brazo tatuado con su número de identificación. La etapa de la liberación se presenta como una vuelta a la vida: sus lienzos se pueblan de flores y frutas, especialmente girasoles, que ella considera la flor del gitano. Todo ello envuelto en un aire religioso, expresión de su fe cristiana.

Se calcula que solo en Austria murió el 90% de la población gitana, mientras que en el resto de Europa los muertos suman entre 200.000 y el medio millón. Incluso después de la guerra los gitanos no fueron incluidos entre las víctimas de persecución racista al considerar que se trataba de holgazanes antisociales. Ceija Stojka es la mujer que denuncia los asesinatos del nazismo contra su pueblo, el porrajimos, el plan para eliminar “la plaga de los gitanos” decretada por el Tercer Reich.

Al término de la guerra quiso olvidar el horror y dejar de sufrir la discriminación que padecía por su origen étnico. Ocultó su identidad, tuvo tres hijos, vendió alfombras… Tendrían que pasar décadas para que fuera capaz de plasmar aquellas experiencias mediante la palabra o el pincel. A partir de los 54 años recopiló sus recuerdos en el relato autobiográfico Vivimos en aislamiento. Relató la persecución nazi en Los recuerdos de un Romni y Los viajeros en ese mundo. Además de a escribir, se dedicó a dibujar y pintar, superando el millar de piezas, con las que reivindica la memoria del pueblo gitano y su modo de vida.

Esto ha pasado es la obra vital de una mujer comprometida. Es también una llamada de atención. Esto, que parecía imposible en la civilizada y culta Europa, ha pasado. Por difícil que nos resulte, los herederos ideológicos de aquellas masacres han vuelto a aparecer, orgullosos y bravucones. Es necesario que “Esto” sobre lo que habla y pinta Ceija Stojka no vuelva a pasar. Porque cuando se desata la irracionalidad nadie está a salvo.

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