En el siglo XIII se inicia en Alemania y los Países Bajos un movimiento de mujeres que se recogen en comunidad sin necesidad de aportar dote como ocurría en la mayoría de congregaciones religosas, comparten lo que tienen pero sin jerarquías y, frecuentemente, sin votos. Son las beguinas, que se dedican a la enseñanza, al cuidado de enfermos o a obras de caridad. Aunque imbuidas de espíritu religioso se trataba de mujeres que se organizaban en libertad, por lo común cultas, eran consideradas maestras. En los países donde nació el beguinaje ha llegado hasta el siglo XX. En ciudades como Lovaina o Brujas aún perduran las edificaciones que acogieron aquellas comunidades.

En España a las beguinas se les llamó beatas. Se historia se cruzó con la Inquisición y a ella se unió el desprecio proverbial a cualquier iniciativa femenina y acabó regular. La iglesia trató de someterlas, de colocar aquellas comunidades libres bajo la tutela de órdenes religiosas y cuando se negaron acabaron bajo la vigilancia del Santo Oficio. Algunas terminaron en la hoguera.
En 1781, la Inquisición de Sevilla acusó a María Dolores López, beata invidente, de falsa santidad. Fue condenada a muerte, ahorcada y luego, quemado su cadáver en una pira pública.
No solo las beatas fueron investigadas o perseguidas. También lo fueron muchas monjas profesas, entre las que Teresa de Jesús puede ser el ejemplo paradigmático. La santa de Ávila salió bien parada, entre otras razones porque gozaba de la protección de Felipe II, pero no todas tuvieron la misma suerte.
Sor Magdalena de la Cruz era priora del convento de Santa Isabel de Córdoba, visionaria y mística. En 1544 la Inquisición le acusó de falsedad, la torturó y ella, enferma de gravedad, declaró lo que los inquisidores pretendían: que sus éxtasis eran fingidos. Más aún, confesó tener un pacto con el demonio a cambio de fama y gloria. Sufrió la afrenta pública de abandonar la cárcel inquisitorial con una mordaza en la boca y una soga en el cuello, y fue condenada a pertenecer encerrada y aislada en un monasterio, degradada de cualquier dignidad el resto de su vida.
Sor Luisa de la Ascensión era religiosa del convento de Santa Clara en Carrión de los Condes (Palencia) con tal fama de santa que hasta el rey Felipe III y otros personajes importantes le solicitaban consejo. Se le atribuían montones de milagros. Ni prodigios ni amistades le valieron de nada. En 1635, cuando contaba 75 años, fue arrestada por la Inquisición y sometida a interrogatorios. Como ella era muy popular, su caso fue seguido en todo el reino de Castilla. La sentencia fue absolutoria, aunque se prohibieron sus estampas y la veneración de sus reliquias. Para cuando se dictó la absolución la monja ya había muerto.

Al tiempo que Lutero defendía una manera más directa y libre de comunicación con Dios, en la línea del beguinaje, y el emperador Carlos V se reclamaba defensor de la Iglesia de Roma, en España aparecían movimientos que, sin llegar a la ruptura, reclamaban una renovación de las estructuras eclesiásticas que eliminara la corrupción, la avaricia y la incultura de sus jerarquías. Los iluminados.
Isabel de la Cruz fue una judía conversa, culta y carismática, que había tenido experiencias místicas en su infancia, quien se puso al frente de un grupo de iluminados en la zona de Guadalajara. Llegaron a influir en las cátedras de la Universidad de Alcalá, lo que la Inquisición consideró una amenaza grave. En 1523 fue arrestada, acusaba de herejía. Se han perdido las actas de su proceso pero se cree que fue condenada a prisión perpetua.
María Cazalla pertenecía a una familia de judíos conversos, culta y rica, que había dado varios letrados y teólogos. Estaba casada con Lope de Rueda, hombre hacendado de Guadalajara, con quien tuvo seis hijos.
En 1519 se aproximó a Isabel de la Cruz, necesitada ella también de una vida religiosa íntima y no superficial. Defendía la oración personal, rechazaba la ostentación del culto y la obligatoriedad de las bulas y se burlaba de las mujeres que seguían las devociones maquinalmente, a las que llamaba miseras. Tuvo la osadía de opinar sobre su vida sexual y afectiva, que era más de lo que podía soportar la sociedad de su tiempo.
La Inquisición la interrogó en 1525, en un proceso contra los iluminados de Toledo en el que fueron acusados de alumbrados, erasmistas y luteranos. Entró en prisión en 1532, fue torturada en el potro, permaneció amordazada durante su cautiverio y finalmente, absuelta de los cargos más graves pero sometida a vergüenza pública en una iglesia, multada con 100 ducados y alejada de sus relaciones anteriores.
La Inquisición fue abolida definitivamente el 15 de junio de 1834. Los beaterios desaparecieron de los reinos hispanos y la beata es un concepto despectivo aplicado a la mujer que frecuenta mucho los templos.