¿A quién representan los representantes? Me lo pregunto con frecuencia. Cuando oigo al gobierno defendiendo con uñas y dientes los privilegios de quienes tienen todo; cuando veo al ministro de Hacienda sonreír como si no fuera con él la sentencia del Tribunal Constitucional que declara ilegal de toda ilegalidad la amnistía fiscal que regaló millones de euros a los ricos de esta tierra; cuando vuelvo a oír al ministro de Economía sostener que el rescate bancario nos va a salir gratis. ¿A quién representan algunos representantes, aparte de a ellos mismos y a los de su clase? Me lo he preguntado estos días con ocasión del entierro del fotógrafo Francesc Boix en el cementerio parisino de Père Lachaise.
¿Quién es este Francesc Boix que ha merecido que la inhumación de sus restos sea presidida por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo? Un fotógrafo y militante comunista nacido en Barcelona, en 1920, que al término de la guerra civil tuvo que huir de España y se refugió en Francia. Cuando el país fue ocupado por los nazis lo detuvieron y durante cuatro años permaneció en campos de concentración alemanes, entre otros el de Mauthausen. Boix fotografió cuanto pudo de estos campos y, al término de la segunda guerra mundial, él mismo testificó ante los tribunales constituidos en Nüremberg y Dachau y sus fotografías sirvieron de testimonio para demostrar los horrores cometidos por los nazis y condenar a algunos de sus responsables.
Su salud quedó maltrecha tras la larga estancia en prisión y murió a los 31 años, en 1951. Fue enterrado en una sencilla tumba en el cementerio de Thiais, con la escasa compañía de sus amigos y de los pocos prisioneros que habían sobrevivido a las prisiones alemanas. A lo largo de estos años miembros de la Amicale de Mauthausen (la asociación que defiende los derechos y la memoria de los presos en el campo nazi) se han encargado de mantener limpia y cuidada la tumba de Boix, a la espera de que sus restos tuvieran el reconocimiento que el fotógrafo no tuvo en vida.
Su iniciativa recibió el apoyo de otras asociaciones y del Ayuntamiento de Barcelona y el permiso del Ayuntamiento de París, de manera que el 16 de junio los restos de Francesc Boix, cubiertos por la bandera tricolor de la República española, eran trasladados al cementerio de Père Lachaise, donde descansan los héroes franceses caídos en las guerras y otros muchos hombres y mujeres que han contribuido a la gloria del país vecino: Balzac, Beaumarchais, Chopin, Colette, Paul Élouard, Max Ernst, Lafontaine, Modigliani, Molière, Ives Montand, Jim Morrison, Edith Piaf, Pissarro, Marcel Proust, Rossini, Simone Signoret, Gerda Taro, Oscar Wilde…
En este postrer reconocimiento estaban representados el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña. “Aquí estamos, de pie, libres, pensando; porque es con la libertad, con la educación y con el pensamiento como se combate en democracia», dijo la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Casualmente, el presidente del gobierno español se encontraba ese día en París, no muy lejos de donde se rendían honores a un español, valiente y comprometido. Ni fue ni se le esperaba. Tampoco fue el embajador del Reino de España. Ningún representante de su país.
¿A quién representan los representantes?
Duele la verdad, como alcohol sobre una herida abierta, la que se empeñan en mantener tierna quienes nunca proclamaron la paz sino la victoria y en ella siguen.